Este artículo ha sido adaptado del informe especial de AQ sobre los millennials en la política | Read in English
El expresidente chileno Ricardo Lagos (2000-2006) es uno de los verdaderos estadistas de América Latina. A sus 84 años, también comenzó su carrera política muy joven: en 1972, cuando Salvador Allende lo designó embajador en la Unión Soviética. En esta entrevista, habla con el redactor en jefe de AQ, Brian Winter, sobre los motivos por los cuales es partidario de la joven generación de políticos de hoy, incluido su sucesor en la presidencia Gabriel Boric, de 36 años.
Esta entrevista ha sido editada por razones de longitud y claridad.
Americas Quarterly: En América Latina, Chile es el caso más emblemático de una nueva generación que ha tomado el poder. En su opinión, ¿qué distingue a esta generación en comparación con las generaciones previas?
Ricardo Lagos: Bueno, yo diría que ha sido un núcleo muy exitoso del punto de vista político. Recuerdo cuando muchos de ellos se iniciaron como una generación nueva que asumía las direcciones de las organizaciones estudiantiles en el 2010 y 2011, en donde hubo movilizaciones estudiantiles en Chile y los líderes eran las personas que ahora vemos participar del gobierno.
AQ: ¿Usted hubiera imaginado en aquel momento que llegarían diez años más tarde al gobierno?
RL: Nunca. Parecían jóvenes. En fin. Algunos de ellos pasaron directamente de la mesada que les daba el padre para estudiar en la universidad al viático que reciben los parlamentarios … No está mal para iniciar una carrera política. Y tuvieron mucho éxito en el sentido de capturar la imaginación … Y bueno, usted ve lo último, ¿no? En donde uno de ellos llega a ser presidente. No hubo un debate de quién va a ser el candidato, porque varios de los otros (del grupo de antiguos líderes estudiantiles) que podían ser candidatos, no tenían la edad que exige la Constitución para ser presidente. (Nota editorial: La edad es de 35 años.) ¿Ve, se da cuenta? Alguien puede decir que Boric, el actual presidente, es “el más viejo” de ellos, y por eso llegó a presidente.
AQ: Hablando de esa generación en general, sus valores—lo que creen—en comparación con generaciones previas en Chile, ¿cómo los ves?
RL: Bueno, yo diría que esto corresponde también a un país que ha tenido un rápido crecimiento económico. Es decir, para decirlo en un par de cifras: un Chile de $9.900 por habitante, en 20 años los $9.900 por habitante pasaron a ser $22.000 por habitante. Sin embargo, usted mantuvo idéntico el ingreso fiscal, en términos de porcentaje de un 20% del PIB, ¿me explico? Pero ese enriquecimiento de la sociedad chilena implicó que esa sociedad demanda más bienes y servicios al Estado.
Hoy en las universidades chilenas, de diez jóvenes, siete son primera generación en su familia que llega a la universidad. Bueno, también estamos muy orgullosos de esto, pero hay que pagarlo. Entonces ¿puede usted mantener un crecimiento económico por persona tan acelerado, pero los ingresos fiscales se mantienen igual? Y entonces hay una insatisfacción porque ocurre que estoy ganando más que antes, pero no puedo llegar a fin de mes y antes llegaba a fin de mes. O sea, se da el contrasentido que tenemos más dinero, tenemos más recursos, pero estamos más infelices.
Entonces, cuando se produce la explosión social en Chile, el famoso octubre del año 2019, cuando se dio origen a la necesidad de una nueva constitución, en ese momento fue indispensable entender la tarea que había por delante.
AQ: En toda América Latina vemos una generación de jóvenes con mucho enfoque en la desigualdad, en los servicios públicos, que usted acaba de mencionar, y en el cambio climático, entre otros temas. Pero, ¿qué les falta? ¿Hay alguna lectura, algo? ¿Algún episodio del conocimiento del pasado que les falta a este grupo de jóvenes?
RL: Creo que lo que les falta es un cierto conocimiento del aparato del Estado, cómo funciona el aparato del Estado, cuáles son los problemas de funcionamiento. No basta tener la idea “Quiero mejorar y tener mejores impuestos y tener…” ¡No! ¿Cómo se hace? ¿Cuáles son los instrumentos? Y esto requiere experiencia. No es fácil.
AQ: Usted comenzó muy temprano en la política también. Tiene una carrera que lleva más de 50 años. ¿Si fuera joven de nuevo, entraría hoy a la política?
RL: Yo soy de la época de la Revolución Industrial. El mundo era muy claro y simple. Hay unos que tienen el capital para comprar la máquina. Hay otros que sólo tienen su trabajo para hacer andar la máquina. O sea, el mundo está dividido entre (estos dos grupos). ¿Ve? que claro, hay izquierda y derecha, donde está uno y donde está otro.
Llega ahora, estamos pasando a la revolución digital. Esto es un cambio, pero copernicano. Este nuevo mundo está emergiendo. Y esto hace más difícil poder satisfacer a los nuevos políticos. Porque no están seguros dónde están. Cuando usted dice Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, esos objetivos son del mundo industrial. Tenemos que reducir pobreza, tenemos que mejorar distribución de ingreso, todo eso. Pero hay un telón de fondo distinto. Los parámetros que teníamos ayer ya no nos van a servir mañana en plena revolución digital.
AQ: ¿Le genera más optimismo o más escepticismo esta generación?
RL: Yo soy optimista del mundo al cual vamos. Y por eso no me cupo ninguna duda. Cuando se pasó a segunda vuelta, yo salí diciendo inmediatamente, Hay que apoyar a Boric, ¿no? Creo que es muy positivo esta nueva generación. Que va a tener dificultades, sí, pero va a salir adelante, creo yo.