¿Tiene la música el poder de romper el ciclo de la pobreza? Cuando el tenor Juan Diego Flórez, inspirado por El Sistema de Venezuela, creó Sinfonía por el Perú en el 2011, quería un programa que no solo enseñara música pero que también ofreciera un ambiente familiar que le enseñara a los niños en condiciones vulnerables trabajo en equipo, empatía y seguridad en si mismos.
Los resultados son impresionantes: una reducción del 75% en embarazos no deseados, otro 51% en violencia doméstica, así como un incremento significativo en sus notas e inclusive en sus admisiones a la universidad.
Ana Rosa Prado, músico oboísta de Manchay en la Provincia de Lima, se unió al programa cuando inició ocho años atrás. “Sinfonía me ha ayudado mucho a sentir seguridad en mi misma y veo en mis compañeros ese cambio también. Se dan cuenta que no solo tienen que seguir el ejemplo de sus papas si no que sus papas pueden seguir el ejemplo de ellos, que los pueden ver como una admiración,” le dijo a AQ. “Sinfonía se ha vuelto una familia para mí,” dijo Prado que estudió comunicación y ahora coordina a estudiantes de Sinfonía.
Flórez fue introducido al concepto cuando visitó Venezuela en el 2009 para un concierto con el violinista Gustavo Dudamel. El Sistema fue un programa de Venezuela aclamado internacionalmente por haber ayudado a niños en ambientes de crimen y abuso de drogas, desde su creación en el 1975. Dudamel, quien actualmente lidera la Orquesta de Simón Bolívar, así como la Filarmónica de Los Angeles, es probablemente su egresado más famoso. “Me quedé admirado, impresionado, conmovido y me dije yo esto lo tengo que hacer en Perú inmediatamente,” Flórez le dijo a AQ. “Me cautivo la noción que la música puede transformar la sociedad y proteger a los niños.”
A diferencia de El Sistema, un programa gubernamental, Sinfonía por el Perú esta fundada por varias organizaciones incluyendo el Banco Interamericano de Desarrollo -que ayudó a lanzar el programa- así como fundaciones europeas y compañías peruanas. El coordinador del proyecto Cesar Oré dice que ser financiados de forma privada requiere un esfuerzo extra pero le permite al programa crecer y no ser afectado por cambios en el gobierno.
El programa extra curricular actualmente tiene 20 núcleos, o grupos principales conformados de 500 niños en coros y orquestras y 11 módulos, donde un solo maestro lidera un coro de hasta 120 estudiantes. Los niños desde los cinco años atienden clases al menos cuatro veces por semana y la orquestra principal ha sido invitada al festival de Salzburgo y el Carnegie Hall en Nueva York.
“La pobreza es el motor,” Flórez le dijo a AQ. “Ellos se aferran a lo único que tienen que es la orquesta, que es su instrumento y eso les hace feliz entonces tocan mucho mas rapido que un niño normal. No estamos dando techo ni pan, estamos dando herramientas, dando aptitudes.”
En comunidades pobres, donde los ambientes seguros son escasos y los niños a menudo están expuestos a trabajo infantil, drogas y crimen, el programa se convierte en un refugio.“¿Al final la pobreza que es? es un sentido de abandono por parte de la Sociedad. Hay una pobreza material pero esta la pobreza espiritual, la mental, que es el abandono,” Flórez dijo.
“En la orquesta o en el coro el niño adquiere autoestima, adquiere estima publico, entonces ya no se siente pobre. Le faltara cosas materiales pero al menos ya creen en si mismos, creen en sus sueños, se sienten capaces e importantes.”
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Uriegas es asistente editorial para AQ