Este artículo ha sido adaptado del informe especial de AQ sobre la Cumbre de las Américas | Read in English | Ler em português
La Cumbre de las Américas ha sido escenario de muchos dramas a lo largo de los años. Desde las conversaciones idealistas sobre un área de comercio de alcance hemisférico en la edición inaugural de 1994 en Miami, pasando por la declaración de Hugo Chávez de que esos sueños estaban “muertos” en medio de violentas protestas en 2005, hasta el histórico apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro una década más tarde, la cumbre ha sido un teatro de encuentros dramáticos, disputas y algunos esfuerzos genuinos por hacer del hemisferio occidental un mejor lugar.
Por eso es una pena que la edición de 2022, que se celebrará en Los Ángeles a principios de junio, haya provocado hasta ahora muchos bostezos. Se especula que algunos líderes podrían incluso decidir no asistir. Tal vez sea el testimonio de un hemisferio exhausto por la pandemia, la migración sin precedentes, la polarización política y el agravamiento de los efectos del cambio climático. Pero una mejor coordinación, del tipo que a veces se produce cuando los jefes de Estado se reúnen bajo un mismo techo durante un día, podría ayudar a abordar precisamente esos retos.
En este informe especial, AQ destaca algunas oportunidades para progresar. Entre ellas se encuentran los esfuerzos por reducir los efectos del cambio climático en el “Triángulo Norte” de Centroamérica, donde la sequía y las malas cosechas han devastado pueblos y provocado que un número sin precedentes de personas huyan hacia el norte. El periodista John Otis visitó un pequeño pueblo de Honduras en el que los cafeteros y otras personas están tomando medidas reales y relativamente baratas para adaptarse, abriendo un camino para otros.
En Haití, las zonas rurales ofrecen un escenario similar de colaboración, escribe la ex primera ministra Michèle Duvivier Pierre-Louis. Un compromiso renovado con la democracia también podría ayudar a frenar la erosión de las libertades y de las instituciones que se observa en muchos países, escribe Eric Farnsworth de AS/COA. Tras haber asistido a la primera cumbre como un joven asesor, hace un llamamiento para recuperar al menos parte de la ambición y el optimismo presentes hace 28 años en Miami. Este es un sueño que todo el mundo debería apoyar en California.