Este artículo es parte del reportaje especial de AQ sobre noticias falsas | Read in English | Ler em português
La imagen de nuestra portada, una imagen manipulada con Photoshop del Papa Francisco fumando marihuana con el ex presidente boliviano Evo Morales, “demostrando” así que el pontífice argentino es un socialista decadente de corazón, fue el más ridículo ejemplo reciente de noticia falsa que pudimos encontrar. Pero no era el más dañino.
Este especial de AQ se centra en la profunda, y posiblemente mortal amenaza que las noticias falsas y la desinformación suponen para las democracias de las Américas. Tanto si se trata de memes que alegan falsamente un fraude electoral en Brasil, como de la promoción de los plátanos como cura milagrosa contra el COVID-19 en México, el bombardeo ha acelerado la tendencia que lleva una década de disminución de la confianza en las instituciones democráticas, al tiempo que ha causado innumerables muertes durante la pandemia. Desilusionados, muchos en su lugar están poniendo su fe en líderes autoritarios, los cuales están encantados con la confusión (y en algunos casos la alimentan directamente).
Las elecciones que se celebrarán el año que viene en Chile, Colombia y, particularmente, en Brasil, serán una prueba importante. Los gobiernos, las empresas de redes sociales y los medios de comunicación tradicionales están desplegando una serie de herramientas —algunas nuevas, otras antiguas— con la esperanza de poner fin a la decadencia. Pero no hay una varita mágica, y algunas de las curas propuestas, como las agencias de verificación de datos administradas por los propios gobiernos o las penas de cárcel para quienes propagan noticias falsas, pueden ser peores que la propia enfermedad. El presidente Jair Bolsonaro y otros líderes parecen decididos a proteger su “libertad de expresión” en internet, provocando un enfrentamiento con los tribunales y las empresas tecnológicas, y posiblemente una crisis constitucional en Brasil.
La única solución que tiene éxito asegurado es la educación: un mejor entendimiento de los medios y otros programas para enseñar a los ciudadanos a ser más perspicaces con lo que consumen. Las grandes empresas tecnológicas también podrían aumentar la financiación de los medios de comunicación serios (cuyo modelo de negocio ayudaron a destruir). Pero se trata de soluciones a largo plazo y requieren la participación de los ciudadanos. Hasta ahora, el siglo XXI sólo ha visto a la gente encerrarse más en burbujas diseñadas por ellos mismos. No está claro qué podría cambiar esto, si es que hay algo que pueda hacerlo.