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El conductor del Uber titubeó antes de dejar salir a sus dos jóvenes pasajeras al llegar al antiguo taller metalúrgico. “Se asustó”, recordó Priscila Lougue, decoradora de 33 años. “¿Dos mujeres entrando a un viejo almacén y en una zona tan fea? Nos preguntó: “¿Qué tipo de lugar es este?”
Resultó ser una cervecería, el tipo de negocio que está revitalizando el Cuarto Distrito, una zona estratégicamente localizada, aunque abandonada desde hace tiempo, en Porto Alegre, Brasil. Según este modelo poco ortodoxo de renovación urbana, la juventud bebe cervezas artesanales durante la noche, después de que un público de gente algo mayor las prepara durante el día, y voilà: un tramo de edificios industriales abandonados vuelve a la vida.
Lougue y su amiga, Bianca Santos, se dirigían a degustar algunas de las 20 cervezas en barril en 4Beer, uno de los bares que en el 2016 lanzó el renacimiento de la malta de la zona. Los hermanos Rafael y Daniel Diefenhaler, fundadores de 4Beer, con otros dos socios, tenían frente a sí un paisaje desolador, en ese entonces. “Por la noche, te hacía pensar en una escena de una película del lejano oeste, con las plantas rodadoras deslizándose por todo el pueblo”, recuerda Rafael.
El dilema de cómo estimular el desarrollo en localidades céntricas, en vez de seguir viendo a las ciudades extenderse hacia las afueras, es algo que ha preocupado a los políticos de toda América Latina desde por lo menos la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando las ciudades de la región empezaron a expandirse a un ritmo vertiginoso.
El Cuarto Distrito es, en muchas formas, emblemático. La zona empezó a atraer fábricas a fines del siglo XIX, cuando los inmigrantes alemanes y sus descendientes urbanizaron los terrenos inundables al norte del casco urbano. El lugar se desarrolló hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, en la década de los setenta, los negocios empezaron a mudarse a los suburbios de la ciudad, dejando una buena cantidad de terrenos estratégicamente localizados entre el aeropuerto y el centro de la ciudad, y bien servidos, aunque infrautilizados, por el sistema de transporte público.
“Desde que el Cuarto Distrito empezó a decaer, la gente ha estado hablando acerca de su restablecimiento”, comenta Rodrigo Corradi, director de Articulación Institucional y Resiliencia de Porto Alegre, título creado cuando la ciudad se unió al programa de las 100 Ciudades Resilientes, creadas por la Fundación Rockefeller. “La ciudad no progresará si el Cuarto Distrito no progresa”.
Los proyectos de renovación urbana de la región a menudo han fracasado, aunque también se han registrado casos de éxito: Puerto Madero, antaño desolado sector de Buenos Aires, se ha renovado en los últimos 20 años con modernas torres residenciales. Quito pudo preservar su aire tradicional al devolver dinamismo a su centro histórico.
Porto Alegre ha sido lento en emular esos casos de progreso. Un esfuerzo integral se inició en el 2016, cuando la ciudad encargó un plan a Benamy Turkienicz, arquitecto de la universidad federal de la ciudad. El Masterplan 4D de su equipo de trabajo propuso una especie de punto intermedio entre Puerto Madero y Quito, manteniendo el bajo perfil de la zona, y construyendo nuevos recintos para museos, un hospital, un centro administrativo para el gobierno, y tres de las universidades más necesitadas de espacio en la ciudad. El plan también reorientaría mucho del rápido tráfico de autobuses a la Avenida Farrapos, para dar vida al lado este más residencial del distrito hasta su moribundo oeste industrial.
Sin embargo, en ese momento Brasil sufrió una crisis financiera y para cuando el proyecto estuvo listo, Porto Alegre eligió un nuevo alcalde de centroderecha, Nelson Marchezan Júnior, quien prefirió un planteamiento más orientado al sector privado. Bajo el programa de resiliencia, la ciudad consiguió U$S150,000 del Banco Mundial para financiar a un grupo de consultores de Deloitte, con la finalidad de modificar el plan de desarrollo.
Dicho informe no estará listo antes de finalizar el 2018, aunque “la vida prosiga mientras ustedes planifican”, dijo Corradi. “La zona está viva”.
A pesar de que el distrito todavía se caracteriza por edificios vacíos, pequeños talleres de mecánica y prostitución, hay señales de cambio. Tres elegantes torres residenciales se levantaron hace unos años. Un Distrito Creativo de artistas y empresarios ha infundido nueva vida a la parte sur gracias a la Asociación Cultural Vila Flores. Sin embargo, es la cerveza la que está reanimando los bloques de edificios más destartalados.
No hablamos de una cerveza cualquiera, ¡es cerveza de la buena! A pesar de la herencia mayormente alemana de Porto Alegre, la mayoría de su millón y medio de habitantes prefiere las cervezas producidas a nivel industrial, y es incapaz de distinguir entre una roja doble IPA y una extra parda inglesa. Tampoco hubieran podido los hermanos Diefenthaler, aunque la cosa cambió en el 2008, después de un viaje a Londres, donde se enamoraron de las cervezas inglesas.
“Cuando volvimos, no pudimos seguir con la aguada cerveza brasileña”, explica Rafael.
Empezaron a experimentar con la elaboración casera de cervezas, tras lo cual fundaron la cervecería de Deifen Bros en un espacio de 750 pies cuadrados de la parte sur de la ciudad. Entonces aparecieron Caio de Santi y Cristiano Santos quienes, después de ganar un premio nacional por su cerveza artesanal de avena, contrataron a los hermanos para que se la elaboraran bajo la marca Polvo Loco. Como el espacio era insuficiente y el alquiler caro, los cuatro empezaron a hacer planes para un pub cervecero. De Santi descubrió un rótulo de “Se alquila” en la zona de los talleres metalúrgicos -que hasta entonces había estado fabricando muebles para hospitales- y pronto los cuatro socios alquilaron un espacio nueve veces más grande por sólo el doble del alquiler del viejo local de los Diefenthaler.
Un par de meses después, 4Beer abrió sus puertas en abril del 2016, y el Cuarto Distrito ganó su segundo pub cervecero. Desde entonces, alrededor de una docena de marcas de cerveza con nombres sugestivos como Suricato (Meercat), Al Capone, y Fellas (como en Goodfellas) se han establecido y empezado a elaborar cervezas en sus locales o utilizando el amplio espacio disponible en el Distrito para abrir almacenes y oficinas. Otros locales no necesariamente cerveceros también han surgido, incluyendo, entre otros, el muy alabado Agulha, un cocktail bar con música en vivo, de solo un año de edad, en un viejo taller de reparaciones de barcos . Marcelo Schambeck, uno de los mejores chefs de la ciudad, pronto abrirá un nuevo restaurante bajo el nombre de Capincho.
Una tarde de agosto, en un almacén de tres pisos metido entre un distribuidor de gas y un taller de mecánica, Carlos Hirschmann Almeida se encontraba estudiando un refractómetro para medir el contenido de azúcar de una muestra de IPA, en su local de Fellas Beer.
“Fue y aún es una zona peligrosa”, dijo. “Pero estamos haciendo nuestra parte. Las cervecerías han empezado a abrir sus puertas, atrayendo actividades, empleos, impuestos, gente, y todo eso resultará en la revitalización del barrio”.
Debido a la escasez de fondos del gobierno, los empresarios de 4Beer se unieron a otros propietarios de negocios para recolectar unos 130,000 reales (U$S31,000) y reparar los sistemas de bombeo municipales que se habían dañado y estaban causando inundaciones. Agulha está preparando una campaña de financiación colectiva (crowdfunding) para pavimentar las calles, mejorar el alumbrado público y embellecer un poco la zona.
Esa misma noche de agosto, la cola para entrar a Agulha se estiraba a lo largo de la manzana. El Distrito estaba lleno por el concierto de blues de los jueves. 4Beer estaba patrocinando una degustación de quesos y una fiesta de sorpresa. Lougue y Santos, las dos jóvenes que habían preocupado un poco a su conductor unas semanas antes, habían regresado. Para Santos, el pub cervecero y el barrio son una novedad. “Mirando las cosas desde la calle”, dice, “nunca podrás imaginar lo que encontrarás dentro”.
Corradi, el funcionario municipal, indica que ha rogado a los consultores de Deloitte que incorporen empresarios a sus planes. “No podemos sofocar esta industria que nació a pesar del gobierno, sin incentivos”, indica. “Tenemos que respaldar a esta gente”.