Este artículo ha sido adaptado del informe especial de AQ sobre las cadenas de suministro | Read in English | Ler em português
Puede sonar como una hipérbole, pero es cierto: hoy se presenta una oportunidad excepcional para que las economías de Latinoamérica cambien su forma de interactuar con el mundo, y entre ellas mismas. Las enseñanzas derivadas de la pandemia, la guerra de Ucrania y el creciente alineamiento ideológico entre los gobiernos de las Américas han hecho que la “deslocalización cercana” (nearshoring) y la integración regional sean los términos de moda del momento.
La oportunidad es clara. Sólo el 15% del comercio global de América Latina se realiza dentro de la región, frente al 38% de América del Norte y el 55% de la Unión Europea. Algunas de las economías de la región, en particular Brasil, Argentina y Colombia, tienen uno de los coeficientes de apertura externa (comercio total en relación al PIB) más bajos del mundo. Cualquier esfuerzo para integrar las economías contribuirá a la producción de puestos de trabajo de calidad y a generar crecimiento, en un momento en que ambas cuestiones son muy necesarias tras la pandemia de COVID-19.
Los retos abundan. Como escribe Shannon O’Neil en el artículo de portada de este número, los gobiernos tendrán que hacer frente a un legado de infraestructuras intraregionales deficientes (sólo hay una autopista en Sudamérica que conecta el Atlántico con el Pacífico), a una burocracia exasperante y a retos de competitividad a más largo plazo, tales como la educación, la cual ha sufrido un revés devastador a causa de la pandemia. Muchas empresas mundiales que se encuentran en proceso de trasladar su producción fuera de China están apostando por otros países asiáticos como Vietnam y Tailandia y no por El Salvador, Brasil o Panamá.
Pero es importante no exagerar los obstáculos, ni caer en una retórica derrotista del tipo “América Latina nunca pierde la oportunidad de perder una oportunidad”, como nuestros editores escucharon más de una vez mientras elaboraban esta edición. De hecho, muchos proyectos de nearshoring ya están sucediendo. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno entrante de Colombia mencionó la integración regional en el primer discurso que dio tras su nombramiento, una de las numerosas señales que demuestran que los políticos comprenden el momento en el que se encuentran. Este número ofrece una hoja de ruta parcial para ayudar a que se haga realidad.