Este artículo ha sido adaptado del informe especial de AQ sobre Lula y América Latina | Read in English | Ler em português
Se le quiera o no, el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva es un momento decisivo no sólo para Brasil, sino para toda América Latina.
A sus 77 años, es “el único peso pesado diplomático de la región y el líder latinoamericano de mayor visibilidad mundial de su generación”, escribe Oliver Stuenkel en el artículo de portada de este número. Teniendo esto en cuenta, Stuenkel evalúa lo que Lula puede significar para una serie de prioridades regionales y mundiales: la gestión del Amazonas, la rivalidad entre Estados Unidos y China, las oportunidades para aumentar el comercio y la inversión dentro de la propia América Latina, y mucho más.
Las posibilidades son reales. Con las economías latinoamericanas estancadas desde que terminó el auge de las materias primas hace una década, y muchas democracias luchando con fracturas internas, la región ha perdido gran parte del peso diplomático alcanzado en los días gloriosos de la década de 2000, cuando Lula ocupó el cargo de presidente por última vez. Ocupar un lugar más prominente en la escena mundial podría contribuir a elevar el perfil de América Latina entre los inversionistas y a avanzar en los ámbitos del cambio climático, la seguridad alimentaria y la energía verde. Las primeras visitas de Lula a Washington, Pekín y a capitales regionales han dejado clara la escala de sus ambiciones.
Pero, como señala Stuenkel, 2023 no es 2003. Los recuerdos de la última carrera de Brasil hacia la primacía regional son variopintos; todo el mundo en América Latina recuerda los escándalos de Odebrecht. Los recientes comentarios de Lula en relación con la guerra de Ucrania a menudo han parecido pro-rusos, mermando la credibilidad de Brasil no sólo en Europa y Estados Unidos, sino también en varias capitales latinoamericanas. Incluso algunos de sus seguidores dudan de hasta qué punto Lula tendrá capacidad de maniobra, dados los profundos problemas que atraviesa el país, como la polarización y la desaceleración de la economía.
El legendario carisma de Lula y su subestimado conocimiento de la política pueden ser activos muy valiosos para Brasil y la región. Si se concentra en solucionar las crisis más cercanas y logra incentivar a sus aliados en Venezuela y Nicarágua a que vuelvan a la democracia, Lula podrá obtener el reconocimiento que parece buscar. Sería un legado a ser celebrado y sería bueno para toda América Latina.