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Evaluando Los Primeros Seis Meses de la Presidencia de AMLO

Reading Time: 6 minutesUn ensayo de dos partes sobre como a pesar de serios tropiezos, hay razón para mantenerse optimistas sobre la presidencia de López Obrador.
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Manuel Velasquez/Getty Images

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En todas las democracias hay una obsesión, cada vez más frecuente, por evaluar a quienes nos gobiernan. En Estados Unidos hay una tradición de evaluar los primeros 100 días, ya que marcan el tono con el que una administración inicia, mientras que en México evaluamos los primeros seis meses y después el primer año. 

Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, cumplió los seis meses el pasado primero de junio y a pesar de que hay razones para creer que dejará a México mejor de lo que lo encontró – tema que abordo en un segundo ensayo la próxima semana – hay varias áreas en las que el presidente necesita cambiar de estrategia. He aquí cuatro de las más importantes. 

Ausencia Internacional 

México es una de las economías más grandes del planeta, una de las que superan el billón de dólares de Producto Interno Bruto (PIB). Desde inicios de los años 90, la economía mexicana se abrió al mundo, se integró a la globalización y hoy somos uno de los países más conectados al mercado global, una potencia exportadora e importadora. Tenemos más de 20 tratados de libre comercio firmados, somos uno de los principales contribuyentes financieros a las Naciones Unidas y de otras instituciones multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA). 

López Obrador es hoy el líder del país más poblado del mundo en español, una potencia regional y líder de la izquierda en una América Latina que se quedó sin Luiz Inácio Lula da Silva y que le abrió la puerta a Jair Bolsonaro. Pese a ello, AMLO no ha salido del país desde hace dos años y acaba de rechazar la invitación del primer ministro japonés para asistir a Okinawa, a la que sería su primera Cumbre del G-20. Su ausencia será lamentable porque ahí debería estar el presidente mexicano a lado de la alemana Angela Merkel, el francés Emmanuel Macrón, el canadiense Justin Trudeau, el japonés Shinzo Abe y de los líderes del mundo que defienden los valores democráticos frente a Jair Bolsonaro, Donald Trump, Viktor Orbán y demas. Con ello, AMLO mandaría un mensaje al mundo de dónde se ubica su gobierno y otro más a México y a sus opositores que lo ven del lado de estos últimos. 

La postura de México en diversos temas de la agenda global importa y mucho, y por ello AMLO tiene que ocupar el lugar que se ha ganado la diplomacia mexicana. La Asamblea General de la ONU, en septiembre próximo, sería el espacio ideal para que el presidente de México se suba a un vuelo comercial y vaya a decirle al mundo cuál es su visión del país y de los retos globales que enfrenta la comunidad internacional. 

Violencia

La violencia que enfrenta el país es una herencia del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), quien lanzó la llamada guerra contra el narcotráfico, que dejó en su sexenio y en el de Enrique Peña Nieto (2012-2018) más de 245 mil muertos y más de 65 mil desaparecidos, según cifras oficiales. Estos números son brutalmente escandalosos, y no han reducido en los primeros seis meses de AMLO. Para comparar, la guerra de George W. Bush en Irak dejó cerca de 5 mil muertes militares estadounidenses e indignó a los electores estadounidenses. En los años de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile dejaron oficialmente poco más de 3 mil desaparecidos. 

La violencia sigue rampante y a pesar de que López Obrador habla de que “ya no hay guerra contra el narco” y de que la estrategia se está ajustando para cambiar, lo cierto es que ha sido demasiado lento y en el fondo la estrategia sigue siendo la misma hasta ahora. Por ello, reducir la violencia y pacificar al país, es uno de los talones de Aquiles del arranque de su gobierno, porque la violencia afecta a todas las clases sociales, aunque especialmente a los más pobres.

El gobierno de AMLO ha prometido trabajar en conjunto con las Naciones Unidas para entrenar la nueva Guardia Nacional sobre temas de derechos humanos, pero esto no es suficiente. Como resultado de las negociaciones de comercio con la administración de Trump, Mexico enviará 6,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur del país. Esta será una prueba crítica para la recién creada fuerza de seguridad y sin el tiempo suficiente para recibir el entrenamiento requerido para esta nueva responsabilidad.

El presidente podría tomar un paso importante para reducir la violencia a largo plazo al apoyar claramente a el fin del paradigma de la prohibición e insistir que el Congreso, dominado por su propio partido, regule el mercado de las drogas. México debería legalizar el cannabis para uso medicinal y recreativo en todo el país antes del término del 2019, y al mismo tiempo abrir el debate nacional sobre los opioides y otras drogas. AMLO también debería insistirle al gobierno de Estados Unidos que se responsabilice de el flujo ilegal de armas a México, así como a financiar más programas de prevención del uso de drogas en ambos países. 

Infraestructura

En estos seis meses hemos visto cómo AMLO ha tirado a la basura proyectos de infraestructura que gustaban mucho a empresarios y a las clases medias, como el Nuevo Aeropuerto Internacional para la Ciudad de México. Por esto, algunos sectores de la sociedad mexicana que antes estaban despolitizados ahora han salido a ejercer el derecho a la protesta, aunque lo han hecho sin estrategia política y sin resultados. AMLO ofreció un proyecto complementario para el existente aeropuerto, pero un proyecto sin los estudios requeridos y que no resolverá el problema de la saturación del actual aeropuerto, ni convertirá a México en el eje de Latinoamérica. La cancelación del aeropuerto de Texcoco es un error que a AMLO lo distanció de un sector de votantes, que creó desconfianza entre la clase empresarial y que lo perseguirá hasta el final del sexenio. 

En cambio, en estos primeros seis meses el presidente ha insistido en impulsar dos proyectos de infraestructura de dudoso beneficio para México. Por un lado, la construcción del llamado Tren Maya en el sureste mexicano y, por el otro, la construcción de dos refinerías para dejar de importar gasolina de Estados Unidos. Ambos proyectos son un error que podría causar un desastre ambiental sin precedentes en México y que podría significar el derroche de miles de millones de dólares a la basura en cuanto a las refinerías propuestas. El Tren Maya no tiene aún un estudio riguroso de impacto ambiental, no ha sido lo suficientemente socializado con las comunidades afectadas y tampoco sabemos aún si realmente sería tan adoptado por turistas y locales como el gobierno espera. En cuanto a las refinerías, México ya tiene seis, las cuales no están operando su máxima capacidad. 

En vez de dirigir tanto recurso económico a Pemex, AMLO debería considerar fomentar el gran potencial de las industrias de energías renovables en el país. México está entre las naciones que sufren y sufrirán más por el desastre ambiental que el mundo ya experimenta. Gracias en parte a su abrumadora victoria en las elecciones del año pasado, AMLO tiene el capital político para lanzar un programa radical de energía e infraestructura que podría convertirse en un modelo para la región.

Cultura

El potencial de la cultura mexicana es universal. Tenemos las ferias del libro más importantes del mundo en español, los festivales culturales más visitados, la fuerza del cine mexicano es obvia, la gastronomía mexicana vive una época dorada, tenemos una muy buena infraestructura cultural, con algunos de los mejores museos del mundo, y el español de México es hoy el referente global de la lengua de Cervantes. 

El proyecto cultural de este sexenio arrancó con el enorme simbolismo de abrir la casa presidencial a la ciudadanía y transformarla en un espacio de convivencia, pero se quedó corto. El anuncio de hacer del Bosque de Chapultepec un espacio cultural de la mano del artista Gabriel Orozco apuesta a un nombre consolidado ya en el mundo, pero no da pie a un relevo generacional o a impulsar la carrera de algún artista joven. 

El enorme poder de la cultura mexicana puede ayudar a fortalecer nuestro poder suave en el mundo. Sin embargo, a seis meses del arranque del gobierno de AMLO, a las autoridades culturales les falta ambición y un proyecto con visión de largo plazo para proyectar el poder cultural de México más allá de nuestras fronteras. El gobierno de México debería apoyar la creación de institutos culturales en los mercados más importantes para México en el mundo y debería diseñar programas culturales que ayuden a reducir la violencia en las comunidades más marginadas del país. Los programas de becas y apoyos culturales han sido reducidos en lugar de fortalecidos, mientras que las autoridades de la Secretaría de Cultura no han anunciado nuevos proyectos de infraestructura cultural que cuenten con financiamiento tanto público como privado. Esto debería cambiar de forma dramática pronto si el primer gobierno de izquierda electo democráticamente en México quiere dejar un legado cultural.

James Madison escribió que “si los ángeles gobernaran a los hombres, ningún control del estado, externo o interno, sería necesario”. López Obrador no es la excepción. Seis meses de los 72 que durará su administración es aún poco tiempo, pero ya se han cometido demasiados errores. López Obrador es sin duda un líder con legitimidad, poder y autoridad, como nunca habíamos visto en la democracia mexicana. El presidente es además un político pragmático que escucha. Los próximos seis meses necesitan ajustes por todos lados. A pesar de todo lo anterior, yo sigo siendo un optimista de que México estará mejor con AMLO al final de su sexenio, y por ello este ensayo continuará la próxima semana. 

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Genaro Lozano is a professor in the political science and international relations departments at Mexico City’s Iberoamerican University, and a political analyst for Reforma and ForoTv.

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