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Rodrigo Janot: Las lecciones del “Lava Jato”

Reading Time: 5 minutesEl procurador general brasileño que investigó el histórico caso de corrupción reflexiona sobre sus lecciones en este artículo exclusivo para AQ.
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Paulo Lisboa/Brazil Photo Press/LatinContent/Getty Images)

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Este artículo fue adaptado de la edición impresa de AQ sobre transparencia y las elecciones de 2018. 

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Ya todos estamos familiarizados con la escala y la complejidad de la investigación del “Lava Jato” que está en marcha en Brasil. ¿Cómo logró estos resultados? ¿Qué lecciones podemos aprender de ella? ¿Cuáles son las consecuencias en otros países de América Latina? Estas son preguntas que solo cuentan con respuestas parciales por ahora. Pero pueden ser el punto de partida para comenzar a estudiar el caso.

En los países iberoamericanos, las características de la corrupción se repiten constantemente. La corrupción en este bloque está enraizada en gran parte en el modelo colonial usado por España y Portugal en el “Nuevo Mundo”. Estas similitudes que se ven en la corrupción a lo largo de América Latina sugieren que los esfuerzos para combatirla deberían coordinarse de tal manera que los países de la región compartan herramientas y estrategias comunes.

En efecto, así es como debe hacerse.

Si cualquier país del bloque avanza y logra progresar en la lucha contra la corrupción aisladamente, esto creará un desequilibrio en la región. La corrupción pronto migrará a otros países dentro del bloque, lo que perpetuará el estado de parálisis en desarrollo económico y social e impactará a todo el ambiente geopolítico.

¿Cómo podemos evitar este problema?

Analicemos lo que está sucediendo en Brasil y cuáles son las posibles lecciones que podemos extraer para la lucha regional contra la corrupción.

Partiendo de un examen aún incompleto del caso del “Lava Jato”, podemos delinear dos tipos de corrupción.

El primer tipo es endémico. Las enfermedades endémicas son males infecciosos que usualmente tienen una incidencia significativa en cierta parte de una población o de una región. La corrupción endémica no es organizada: existe a causa de una serie de factores culturales, morales y éticos.

El segundo tipo de corrupción es estructurado y sistemático. La estructura se refiere a la organización, la clasificación y el orden de los elementos esenciales que componen un cuerpo, ya sea concreto o abstracto. El sistema es la interdependencia de los elementos que hacen que funcione una estructura organizada.

La corrupción sistemática presupone una organización con un fin definido. Es cuantitativamente más devastadora que la corrupción endémica y requiere de acciones organizadas y planeadas para combatirla.

Brasileños marchan para demostrar su apoyo para la lucha contra la corrupción el 26 de marzo de 2017.

Las estructuras criminales organizadas capturan los centros de poder de una manera planeada y sistemática. Promueven fraudes en los procesos de licitación, distorsionan a la competencia y promueven la cartelización y los oligopolios en sectores importantes de nuestra economía (la infraestructura, la construcción, la energía, etc.).

Establecen porcentajes fijos sobre los valores de contratos para el pago de sobornos, incluyendo la financiación de campañas electorales y de varios crímenes, como el lavado de dinero, a través de métodos cada vez más sofisticados, de corrupción activa o pasiva, malversación de fondos, negligencia y haciendo ofertas fraudulentas.

La Operación “Lava Jato” se dedicó a investigar la corrupción estructurada y sistemática, lo que ha generado resultados increíbles.

La verdadera autonomía es necesaria

Entre el conjunto de factores que permitió hacer esto, se destacan algunos aspectos estructurales. Estos pueden y deben ser estudiados en la región.

Inicialmente cito la independencia y autonomía de la procuraduría general y de la magistratura.

La independencia se arraiga gracias a una serie de garantías. Comienza desde el reclutamiento del personal a través de un proceso público transparente. Tras dos años en el cargo, los miembros de la procuraduría general o de la magistratura solo pueden ser despedidos si son condenados tras cometer un crimen; y no pueden ser removidos ni retirados de los procesos a los que fueron asignados. (Ver artículos 93 y 95 de la Constitución de Brasil).

La autonomía de estas instituciones se hace evidente por el hecho de que se administran a sí mismas y de que controlan sus propios presupuestos.

Sin una independencia y una autonomía funcionales, no es posible enfrentar la corrupción que es parte del modus operandi de los centros de poder político y económico en la región.

Un segundo aspecto importante para el éxito de las investigaciones fue contar con una intensa colaboración internacional.

Al 15 de septiembre de 2017, había 303 peticiones de cooperación internacional: 176 peticiones activas a 39 países y 127 peticiones originadas en 30 países.

En realidad, en esta área hubo varios tumbos. Un poderoso instrumento proyectado en convenciones internacionales (UNCAC, UNTOC, VIENA y en el acuerdo Mercosur de Buenos Aires de 2010), los equipos conjuntos de investigación, no ha sido usado hasta el momento, debido a la incompetencia de las autoridades brasileñas federales en implementar estos acuerdos internacionales. No se ha creado ningún equipo, a pesar de peticiones formales de Suiza, España y Argentina.

En los actos transnacionales de corrupción, la investigación conjunta por parte de los países involucrados genera eficiencia y acelera la investigación de los hechos. Evita hacer trabajo innecesario. La investigación simultánea en los países involucrados requiere de una distribución coordinada de tareas, lo que también beneficia las investigaciones en curso. Permite el intercambio de información en tiempo real, con evidencia que es obtenida y validada directamente por los mismos investigadores.

Por lo tanto, la cooperación criminalística transnacional hecha gracias a la colaboración directa entre procuradurías y fiscalías generales, sin la intromisión de la rama ejecutiva, es de gran valor.

Otro aspecto interesante que subrayó el caso del “Lava Jato” fue lo relevante que es el uso de los acuerdos de culpabilidad.

Las organizaciones criminales son estructuras herméticamente cerradas, que se inspiran en la ley del silencio u omertà.

No es un camino fácil, pero es necesario

Para investigar a estas organizaciones se requiere conocer su estructura, sus participantes, su orden jerárquico, su división de tareas, el tipo de crímenes que realizan y su manera de operar.

Investigar a esas organizaciones no es tarea fácil.

Para resquebrajarlas y desmantelarlas se necesita un conocimiento de sus sistemas internos. Esto solo es posible cuando alguien que conoce la operación les revela los hechos a los investigadores.

Las investigaciones del “Lava Jato” pudieron penetrar a un espectro tan amplio de la sociedad brasileña tan solo gracias a esos acuerdos de culpabilidad, de los cuales hubo un total de 120 a septiembre 15 de 2017. Con ellos se pudo revelar la entera organización criminal compuesta por políticos y empresarios, gracias a las descripciones detalladas entregadas por varios colaboradores, información que complementaba a otros testimonios.

Por lo tanto, este instrumento, que ya ha sido probado exitosamente, debe ser usado por todos los países del bloque en la lucha contra la corrupción.

En conclusión: para replicar el éxito de las investigaciones del “Lava Jato” en la región, los países del bloque deberían asegurar que su procuraduría o fiscalía general y su rama judicial sean independientes y autónomas; deben fomentar la cooperación legal entre fiscales sin la interferencia de la rama ejecutiva; y deben entrenar a equipos de investigación conjunta y usar acuerdos de culpabilidad como una herramienta efectiva para desmantelar las organizaciones criminales.

El camino no es fácil. Pero es necesario.

Rodrigo Janot, quien fue el procurador general de Brasil entre 2013 y 2017, fue el supervisor en Brasília de la fuerza de la operación “Lava Jato”.

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Rodrigo Janot, who served as Brazil’s attorney general from 2013 to 2017, oversaw the Brasília Car Wash task force.

Rodrigo Janot, who served as Brazil’s attorney general from 2013 to 2017, oversaw the Brasília Car Wash task force.



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