Hace unas semanas, cuando regresé a Bolivia después de una temporada en los Estados Unidos, lo primero que hice fue preguntar por la Coca Colla, la bebida energizante hecha a base de hojas de coca que, según la voz popular, pretende competir contra la Coca Cola (los fabricantes, sin embargo, han negado esta aseveración).
La producción de esta bebida es otra de las iniciativas promovidas por Evo Morales para fomentar la industrialización de la coca, que desde hace años se usa en la fabricación de pasta dental, caramelos, mates o pasteles. Sin embargo, ¿existía de verdad la Coca Colla? El proyecto sonaba más a parodia o broma que a realidad: la bebida tendría no sólo un nombre muy cercano al de la Coca Cola, sino también la misma etiqueta roja y el color oscuro. Además, nadie que yo conociera la había visto. Aunque pregunté en toda clase de restaurantes y bares por una botella de Coca Colla, la respuesta invariable de los vendedores era una sonrisa algo irónica y la sensación de que les estaba tomando el pelo. Y es que de la Coca Colla se han lanzado solamente alrededor de11.000 botellas en todo el país, y por el momento, hacerse de una de ellas es como poseer un objeto de colección. Después de preguntar en varios lugares de Santa Cruz, un amigo me señaló una licorería del primer anillo donde, finalmente, pude comprar una Coca Colla de medio litro por 12 bolivianos (poco menos de 2 dólares, un precio algo más bajo que el de una lata de RedBull).
Los dueños de la licorería reconocieron ser de los pocos distribuidores de esta bebida, pero confirmaron que existe una alta demanda. Y es que la misma empresa responsable de la bebida, la Ospicoca (Organización Social para la Industrialización de la Coca) está sorprendida por el interés suscitado por la Coca Colla, y el responsable del proyecto dice que los pedidos llegan desde países como Corea o Estados Unidos. Sin embargo, será imposible difundir la Coca Colla fuera de los límites de Bolivia mientras siga vigente la polémica Ley 1008 del Régimen de Control de la Coca y Sustancias Controladas que prohíbe la exportación de la coca y sus derivados. Evo Morales ha prometido echar abajo esta ley.
Antes de destapar mi Coca Colla le eché una mirada a la etiqueta roja. Allí, la imagen de una hoja de coca figuraba al lado del nombre, y abajo, un subtítulo curioso: Bol Energy. Pensé que, para ser un producto que se precia precisamente de su lucha contra el neoliberalismo, el subtítulo en inglés resultaba un tanto contradictorio. Pero la Coca Colla sabía bien: no tan dulce como el RedBull —aunque quizás le haga falta un poco más de gas— y con un suave regusto a coca que recuerda sus orígenes. Me pregunté cuánto faltaría para que la bebida llegara a los bares e imaginé una suerte de combinaciones: Coca Colla con vodka, con singani, con ron.
Todo un mundo por explorar.
* Liliana Colanzi nació en Santa Cruz, Bolivia y es una bloggera y periodista que contribuye a americasquarterly.org.