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¿El parlamentarismo es la solución a los problemas de Argentina?



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El próximo 28 de junio se realizarán en Argentina las próximas elecciones legislativas. En estas elecciones hay mucho en juego y es una época muy politizada. En este contexto, se ha reavivó hace algunas semanas un viejo debate. Eugenio Raúl Zaffaroni, Ministro de la Corte de Suprema de Justicia de la Nación, se pronunció públicamente por una profunda reforma institucional que lleve al país a un sistema parlamentarista. Desde hace tiempo, el magistrado argumenta que el presidencialismo es un sistema muy rígido y que se encuentra agotado. Zaffaroni entiende que el parlamentarismo es una manera de democratizar el poder y así prevenir graves conflictos.

Esta discusión no es nueva. Durante la década del 1980, el Consejo para la consolidación de la democracia—un organismo creado por el ex-presidente Raúl Alfonsín—emitió dictámenes sobre el tema que finalmente terminaron de inspirar el Pacto de Olivos y la reforma constitucional de 1994. En esa reforma fueron introducidas algunas instituciones de origen parlamentarista, como por ejemplo la Jefatura de Gabinete de Ministros.

Algunos académicos y políticos salieron a apoyar la idea de Zaffaroni. Los partidarios del parlamentarismo entienden que su implementación ayudaría a resolver algunos problemas institucionales que enfrenta la Argentina. Según ellos esto garantizaría la gobernabilidad en caso de que el gobierno pierda la mayoría en elecciones legislativas de mitad de término, dando estabilidad al sistema. Así, un presidente que pierde la mayoría legislativa, contaría con herramientas institucionales para renovar una legitimidad que se supone perdida, o los parlamentarios podrían cambiar el gobierno, sin alterar el orden constitucional. El tema ha despertado también encendidas discusiones en la blogósfera.

La idea ha recibido críticas por algunos que la ven inoportuna e inviable para Argentina, o entienden que es una idea anticuada y creen que los elementos parlamentaristas incorporados en la reforma constitucional de 1994 no han funcionado bien. Para los críticos, tanto la Jefatura de Gabinete como el Consejo de la Magistratura—ambas figuras que intentaron atenuar el presidencialismo—no han cumplido con las expectativas de sus impulsores.

Existen otras opiniones, hay quienes creen que el tema es más profundo que un simple cambio de sistema. Es que existe el riesgo de que nos obsesionemos con una reforma que mágicamente resuelva los problemas institucionales de la Argentina. Como lo describió Umberto Eco en El Péndulo de Foucault, “para cada problema complejo existe una solución simple, y está equivocada.”

No tengo la solución, pero este no es uno de esos momentos institucionales que requieren cambios inmediatos. Creo que el tema bien merece el debate, pero hay que tenerlo lejos de la dinámica electoral que esta viviendo Argentina en estos meses.

 

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Tags: Argentina, Kirchner, Parlamentarismo
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