Después de las relativamente tranquilas celebraciones del Día de la Patria en Bolivia, la atmósfera empieza a cargarse de nuevo ante la proximidad de las elecciones presidenciales previstas para diciembre. Las encuestas mencionan a candidatos como el ex vicepresidente aymará Víctor Hugo Cárdenas, el alcalde de Potosí René Joaquino, los ya conocidos políticos Samuel Doria Media, Jorge “Tuto” Quiroga y Manfred Reyes Villa, y el empresario cruceño Oscar Ortiz. También se baraja el nombre de la politóloga Jimena Costa, una de las críticas más lúcidas del gobierno actual.
Sin embargo, todo parece indicar que Evo Morales tendrá la victoria asegurada. Pese a los esfuerzos de la oposición, las encuestas señalan que Evo todavía convoca el apoyo abrumador de la región andina del país, donde la mayoría de la población es indígena—81 por ciento de los votos en El Alto, 66 por ciento en La Paz, 52 por ciento en Potosí y 50 por ciento en Oruro, según el sondeo de julio realizado por Ipsos. A eso se le suma el hecho de que en algunos departamentos de la opositora “media luna” Evo llega al 30 por ciento en intención de voto, hecho de por sí notable.
La oposición no ha conseguido organizar un frente unido; por el contrario, se ha dispersado entre varios candidatos con poco peso político. Samuel Doria Medina, empresario cementero, es el único que pasa del 10 por ciento. Esto parece la historia de Blancanieves y los siete enanitos (Evo, claro está, sería Blancanieves). Según las encuestas, si la oposición presentara un candidato único, podría llegar a una votación del 48 por ciento, lo cual muestra por un lado la polarización del país y por otro, la urgencia que tienen los partidos que se enfrentan a Evo de encontrar un candidato de consenso.Resulta llamativo que la mitad del país que está en conflicto con Evo—la región oriental y más próspera—lleve las riendas de la economía pero no consiga representación política ni produzca líderes creíbles. Pese a que la región de la “media luna” se configuró como un bloque contestatario a través del movimiento autonómico, los enfrentamientos con el gobierno terminaron por atemorizar a sus dirigentes y fragmentaron esta iniciativa.
Así, hoy por hoy es casi imposible pensar en un candidato presidencial de Santa Cruz; para el resto del país, los líderes cruceños son separatistas y no tienen una visión de Bolivia capaz de seducir a la gran masa votante. Esto es producto de la forma hábil con que el gobierno ha manejado su campaña contra los opositores a su proyecto político, pero también es resultado de los errores de estos líderes; su formación empresarial parece haberlos limitado a la hora de entender las tácticas y estrategias de la cosa política.
Por otro lado, la clase política boliviana parece incapaz de renovarse: los actuales candidatos a la presidencia siguen siendo los mismos de hace más de diez años. Casi todos ellos encarnan a una clase política conservadora y anacrónica que no puede competir con el carisma de Evo y sus reformas populistas: de cara a las elecciones, Morales acaba de adelantar la proclamación de las controversiales autonomías indígenas, con las que pretende asegurarse el voto de los pueblos originarios.
* Liliana Colanzi nació en Santa Cruz, Bolivia y es una bloggera y periodista que contribuye a americasquarterly.org.