Incertidumbre, temor, esperanza. Betsimar, una caraqueña de 55 años, viene de manifestar contra el gobierno en la multitudinaria concentración que se celebró este miércoles en la ciudad, la llamada “Toma de Venezuela.” Mientras camina de vuelta a su casa recapitula: “Volvimos a las calles y allí vamos a seguir.”
En menos de una semana Venezuela ha vivido una serie de acontecimientos que hacen suponer que en los próximos días puede producirse un desenlace en el choque de poderes. Por una parte la oposición tiene el apoyo de las mayorías y sus seguidores están respondiendo a los llamados a movilizarse, pero por el otro lado el gobierno mantiene el control de las instituciones y además el respaldo de la Fuerza Armada Nacional y aún cuenta con un respaldo de una base dura de seguidores.
La sucesión de hechos que llevaron al país al extremo de la incertidumbre se disparó el jueves 20 de octubre cuando se suspendió uno de los pasos requeridos para activar el referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro. La recolección del 20 por ciento de las firmas estaba pautada para esta semana, pero en una decisión sin precedentes del Consejo Nacional Electoral, fue cancelada. Y todo esto ocurrió mientras dirigentes del gobierno y de la oposición, con mediación del Vaticano y la UNASUR intentaban allanar un camino al diálogo. Dos días después, una turba identificada con el gobierno atacó la sede de la Asamblea Nacional donde los diputados de oposición plantearon acciones para un juicio político al Presidente Nicolás Maduro. Pocos se perdieron el video del caos.
En medio de una confusión general, con Nicolás Maduro afirmando que habría negociaciones y el dirigente de la coalición opositora, Chuo Torrealba, afirmando que éste significará un “espacio de lucha,” la coalición opositora dirimió sus diferencias- unos quieren diálogo y otros no- y llamó a sus seguidores a salir a la calle dos días después.
Pero la mera existencia de la posibilidad de un diálogo ya había enfurecido a muchos opositores quienes están convencidos de que no se puede negociar con dictadores. La percepción de que sus dirigentes no han logrado cambios radicales a pesar del extremo de la crisis y del apoyo popular, genera mucha desconfianza. La rabia circuló por las redes. Y muchos temían que la gente no estaría motivada a participar en la Toma de Venezuela.
Fue todo lo contrario. Miles tomaron las autopistas de Caracas y las calles del interior. Tania Sarabia, una conocida actriz venezolana, asistió a la manifestación porque pese a las críticas que los propios opositores han hecho a la Mesa de la Unidad Democrática, ella, como miles de otros, aseguran que nada los va a dividir.
La manifestación fue pacífica en Caracas, mientras que en el interior hubo focos de violencia en al menos cinco ciudades. Las imágenes de manifestantes confrontando a gritos a guardias nacionales y de policías uniéndose a un grupo radical chavista para reprimir, circularon en las redes sociales. Un funcionario de la Policía de Miranda murió víctima de un balazo en el estómago, mientras repelía junto a sus compañeros una manifestación en las afueras de Caracas.
Algunas voces llamaban a que la concentración en Caracas desembocara en el palacio de gobierno, pero la mayoría de los líderes, encabezados por el gobernador Henrique Capriles Radonski, emplazaron a una acción resistente pero no desbordada.
En la tarima ubicada en una de las principales autopistas de la ciudad, los dirigentes anunciaron los próximos pasos que incluyeron una concentración en la Asamblea Nacional el jueves, un paro nacional el viernes, y una marcha a Miraflores (el palacio presidencial) el 3 de noviembre si el gobierno no acepta las acción que se exigirá al mediador del Vaticano el domingo: la activación del referendo revocatorio.
El llamado a una marcha al palacio presidencial es sin duda una acción contundente y amenazante. Lo que podría ser algo común en cualquier país del mundo es lejos de eso en Venezuela. Los manifestantes de oposición tienen prohibido pisar las zonas donde se asienten las sedes de los poderes públicos. El recuerdo del 11 de abril de 2002 y del 12 de febrero de 2014 se activan inmediatamente cuando se hacen llamados de tal magnitud, pero igualmente es el tipo de acción que muchos estaban deseando.
Por el otro lado, los seguidores del gobierno si tienen puerta franca para manifestarse en las cercanías de Miraflores, la Asamblea Nacional, la Fiscalía, y el Tribunal Supremo, todos ubicados en el centro de la ciudad, que es gobernado por el alcalde chavista, Jorge Rodríguez.
Desde el martes el gobierno ha estado llamando a sus seguidores precisamente a concentrarse en esa zona. El martes marcharon hasta la entrada de Miraflores y el miércoles, mientras la mayoría participaba en la Toma de Venezuela, hicieron lo mismo. Una de las evidencias más impactantes de la evolución del proceso político que ha estado viviendo Venezuela es ver la poca cantidad de manifestantes que se unen a las marchas convocadas por el gobierno, pues a nadie se le olvida las interminables oleadas rojas que Hugo Chávez convocaba con sorprendente facilidad.
Ahora que la oposición ve más gente de su lado marchando en contra del chavismo, la presión de calle se ha convertido en su principal arma, y con la agenda anunciada se evidencia que se va a utilizar de manera estratégica. La agenda busca mantener a la gente activada, y dar chance al gobierno de responder a la amenaza doméstica e internacional de que el país se pare por 12 horas un día y de que el centro de la ciudad se llene de miles de personas otro.
Mientras tanto, los esfuerzos para concretar un posible diálogo siguen en pie. Pero por ahora la MUD se ha decantado por la fórmula de calle y deja en veremos su asistencia a un encuentro para negociar. No hay condiciones, alegan.
Todo el mundo está a la expectativa. A pesar de que para cualquier observador racional pareciera que la crisis política que está viviendo el gobierno tiene que inevitablemente llegar a un fin dentro de poco tiempo, la incertidumbre crece en todos los ciudadanos cada día.
Pero Betsimar, como muchos otros, no se preocupa por eso. Está convencida de que calle y más calle, de manera pacífica, harán posible que el gobierno entre en razón y ceda al menos en la reanudación del proceso para continuar los pasos que podrían conducir al revocatorio en el 2016. Para ella, al igual que para los líderes de la MUD, la calle no significa que no haya diálogo, pero el diálogo tampoco implica dejar las calles.
Una experta en derecho electoral, la candidata a rectora para el CNE, Eglee González Lobato, me planteó una idea que está en el ambiente desde hace unos meses.
“La restitución de la democracia en el país tiene una vía electoral: ‘elecciones generales escalonadas con renovación inmediata del CNE.’ Pero ello supone la salida de Maduro de la Presidencia. Me pregunto en consecuencia, si las acciones o eventos programados para los próximos días lograrán tal objetivo”
Esas son las dudas que asaltan a cualquiera que siga los acontecimientos que están en desarrollo en nuestro país. Basado en nuestra experiencia como venezolanos, nada está dado.
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Reyes is is a Venezuelan journalist and cofounder of independent news site Efecto Cocuyo.