Cuando Eduardo Leite se lanzó a la alcaldía de la pequeña ciudad de Pelotas en Rio Grande do Sul, el estado más meridional de Brasil, este hijo de profesores universitarios no contaba con una red política apreciable en la cual apoyarse. Así que ¿cómo es que, cuatro años después de su sorpresiva victoria, Leite tiene un círculo siempre en expansión de amigos poderosos y aficionados que van desde un ex presidente hasta líderes partidistas nacionales?
Posiblemente porque él representa la clase de político cuya oferta es desesperadamente escasa en Brasil. A diferencia de la mayoría de personas de su edad, Leite, de 31 años, se ha rehusado a perder la fe en un sistema político lleno de escándalos que ha alejado a muchos jóvenes profesionales. “No tiene sentido simplemente ir contra el sistema político y no participar”, le dijo Leite a AQ. “Tienes que participar para poder cambiarlo”.
El ascenso de Leite a la prominencia nacional comenzó desde bien afuera del sistema político. No sólo su ciudad está muy por fuera del radar nacional (con 350.000 habitantes es la tercera más grande de Rio Grande do Sul, el estado más meridional de Brasil), sino que él intenta evitar hacer política de personalidades en un país en el que el cinismo político es generalizado y la edad promedio de los congresistas es 54.
Sin embargo, Leite no es ningún ingenuo político. A sus 20 años ya era el jefe de personal del entonces alcalde, mientras que estudiaba para obtener un grado en derecho en la Universidad Federal de Pelotas. A los 23 fue nombrado concejal de la ciudad para llenar una vacancia y luego ganó una elección para ocupar ese mismo puesto. En 2011 ya era presidente del Concejo, lo que lo propulsó hacia su exitosa campaña a la alcaldía el año siguiente lanzándose con el centrista Partido Social Demócrata Brasileño.
Ya posesionado, Leite se enfocó en salud, educación e infraestructura. Creó el primer centro de urgencias de Pelotas, un programa de prevención de enfermedades que ha sido reconocido nacionalmente y un programa de maternidad al que se le ha reconocido que ha logrado reducir la mortalidad infantil. Leite expandió la educación infantil temprana y supervisó la primera licitación en la historia de la ciudad por una concesión de transporte público, lo que le permitió a Pelotas mejorar su flota de buses.
Hoy siete de cada 10 personas en Pelotas tienen una opinión positiva de Leite. Tan sólo eso sería suficiente para llamar la atención en un país en el que la mayoría de tasas de aprobación de políticos están en el rango entre 10 y 30 por ciento.
Aún así, en vez de intentar reelegirse, como muchos políticos brasileños populares (y otros no tan populares) suelen hacer, Leite declaró que se haría aun costado, pues cree en los límites de períodos en el poder. Esta fue una movida tan inusual que le ganó una buena cantidad de atención nacional de varios votantes que desearían que otros hicieran lo mismo.
Pero su carrera política está lejos de acabarse. Leite está considerando lanzarse al Congreso en 2018 y algunas personas importantes le están haciendo barra para que logre llegar allí. Su círculo de simpatizantes incluye al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, así como a familias influyentes en São Paulo y de otros lugares. “Afortunadamente, la nueva generación de políticos brasileños tiene buenos gerentes”, le dijo Cardoso a AQ, “Eduardo Leite es un ejemplo de eso.
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Kurczy es un corresponsal especial de AQ
