Desde que comenzó el gobierno de Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012, un curioso fenómeno se ha presentado en el mundo de la política mexicana. Al parecer, nuestros dirigentes no han comprendido el enorme poder de la tecnología y la impresionante capacidad de difusión que tienen las redes sociales, mismas que escapan completamente de su poder de control. La clase política puede pactar con los dueños de las televisoras, de la radio y de los periódicos sobre la información que se puede o no se puede transmitir, pero son incapaces de imponer el mismo control sobre Facebook, Twitter o YouTube.
Gracias a eso, en los últimos meses hemos podido presenciar una serie de escándalos que desnudan a la clase política en general. Los videos subidos a YouTube que muestran a políticos mexicanos de todos los partidos en situaciones comprometedoras se han vuelto algo común en los últimos meses. La sabiduría popular los ha bautizado como las “ladies” y los “gentlemen”.
Todo comenzó cuando la hija del Procurador Federal del Consumidor se enojó porque en un restaurante no le dieron la mesa que quería. De inmediato se fue a la oficina de papi y regresó con algunos inspectores que procedieron a clausurar el restaurante en cuestión, alegando diversas violaciones en el sistema de reservaciones. Los testigos que presenciaron el acto lo comentaron en Twitter y Facebook y de inmediato se le bautizó como la “lady Profeco”. Aunque el incidente le costó el trabajo a su padre, ninguna autoridad decidió investigar el hecho de que los inspectores hayan obedecido a esta señorita si ella no era ninguna autoridad. ¿Tan sólo por ser la hija del jefe?
Después supimos de la “lady del Senado”, una senadora del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que insultó a una trabajadora de una aerolínea después de que no le permitiera subir al avión por llegar tarde. La senadora aseguraba que ella era una autoridad y que por ello tenían que permitirle subir al avión. Poco después tuvo el descaro de pedir que se creara una “Fiscalía Especializada en la Protección de los Políticos,” pues éstos sufren del acoso de los medios de comunicación y de la ciudadanía.
Y no podemos dejar de mencionar a los “gentlemen” de Ixtapaluca y de Silao, regidores de esos ayuntamientos, el primero del Partido de Acción Nacional (PAN) y el segundo del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que en total estado de ebriedad insultaron a los policías que intentaban poner freno a los escándalos que hacían en la vía pública y que fueron captados en video, o a la “lady diputada”, candidata del PAN a la legislatura local de Chihuahua por Ciudad Juárez, que fue grabada en un video saliendo de un bar en total estado de ebriedad.
Y la lista sigue creciendo. La “lady de Tepoztlán”, militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI); el “gentleman de Morelia”, diputado federal del PRD; la “lady de la Roma”, la “lady de Saltillo”, la “lady LaFragua” y otros y otras más que escapan a mi memoria en estos momentos. Pero todos tienen en común ser funcionarios públicos o tener alguna relación familiar o de amistad con alguno de ellos y alardear de eso para evitar ser sancionados u obtener algún privilegio.
Pero en ocasiones son ellos mismos quienes se “balconean” en las redes sociales, especialmente en Facebook, y de esa forma hemos conocido el altísimo nivel de vida del que presumen los hijos de políticos y líderes sindicales.
Por desgracia, a pesar de de ser exhibidos una y otra vez, éstos siguen haciendo alarde de la impunidad de que gozan, pues al día siguiente, una vez que se repusieron de la borrachera, piden perdón y aclaran que seguramente es una maniobra de sus rivales y que todo tiene tintes electorales.