El fin de semana fue de júbilo para las familias de cuatro miembros de las Fuerzas Militares secuestrados desde hace doce años por las FARC. El Coronel Luis Enrique Murillo y el General Luis Mendieta de la Policía, quien ascendió al máximo grado de esa institución estando en cautiverio y era hasta ayer el plagiado de mayor rango en manos del grupo guerrillero, recuperaron la libertad luego de la tristemente célebre toma del municipio de Mitú (Vaupés) el 1 de noviembre de 1998, incursión en la que al menos un millar de guerrilleros encabezados por el Mono Jojoy, dejaron a su paso 43 muertos, 47 heridos y 61 plagiados.
También volvieron a la civilización el coronel de la Policía William Donato y el sargento del Ejército Arbey Delgado Argote, quienes habían sido plagiados el 3 de agosto de 1998 en la toma de esa guerrilla a la base antinarcóticos de Miraflores, Guaviare.
El rescate bautizado como Operación ‘Camaleón’ fue ejecutado por un comando conjunto de policía y ejército el domingo 13 de junio en las selvas de Calamar, Guaviare, en un campamento ubicado a escasos 28 kilómetros de donde hace casi dos años la Operación Jaque también rescató sanos y salvos a 15 rehenes, entre ellos Ingrid Betancourt. Es más, algunos de estos hombres participaron también en la controversial Operación Fénix que dio muerte tras un bombardeo en territorio ecuatoriano al número dos de las Farc, Raúl Reyes.
Las coordenadas se ubicaron gracias a un guerrillero que se desmovilizó el pasado 11 de marzo y entregó toda la información pertinente. Los liberados contaron que una vez sonó un primer disparo en el campamento de las Farc donde permanecían, el guerrillero alias ‘José Luis’ y su compañera “salieron corriendo”, mientras los rehenes se arrastraron en diferentes direcciones hasta lugares seguros. El Ejército despejó el territorio disparando desde helicópteros artillados y aviones supertucanos, hasta que al establecer un perímetro de seguridad, entró finalmente a rescatarlos con una muralla humana de 30 hombres. Murillo, Mendieta y Delgado fueron hallados en las inmediaciones mientras de Donato no se supo nada hasta el siguiente día, cuando tras pasar la noche oculto en una cueva, regresó al campamento guiado por los sonidos de las motosierras, y fue rescatado.
La liberación coincidió con el cumpleaños número 53 del General Mendieta, cuya celebración en la selva estaba a punto de darse con un bizcocho y un almuerzo preparado por los guerrilleros. Desde Bogotá, sus familiares habían planeado enviarle mensajes desde los programas radiales “Las voces del secuestro” de Caracol y “La noche de la libertad”, de RCN, que como siempre lo manifiestan los liberados en sus palabras de agradecimiento, son la “vitamina diaria” que los acompaña en la selva, pues una radio es lo único que los comunica con el mundo exterior. No obstante, según contó el propio General, hacía ocho meses que les habían quitado estos aparatos.
Emocionados, los ex rehenes fueron recibidos por sus familiares en el aeropuerto militar de CATAM tras casi 4200 días de secuestro. “Duré doce años perdido en la selva pero me quedan muchos para seguir luchando y ver nuestro país libre de terrorismo. El país demostró en la marcha del 4 de febrero (de 2008) contra las FARC, que su lucha es repugnante”, sostuvo el Coronel Donato.
“Fueron casi doce años de rezago académico e intelectual en todas las áreas de conocimiento, afortunadamente Alan Jara (ex gobernador del Meta liberado unilateralmente por las Farc en febrero de 2009) nos dio entretenimiento cerebral por sus enseñanzas de inglés y de ruso y con esos verbos y adverbios pudimos entretenernos”, aseguró a su turno el General Mendieta.
“Caí en poder del terrorismo cuando tenía 29 años, hoy tengo 41. Ellos son unos salvajes, han hecho sufrir a mis hijas, a quienes no las conocía”, aseveró por su parte el Sargento Delgado.
“Quiero agradecer a los millones de colombianos que se movilizaron a favor de los secuestrados en dos oportunidades. Somos más los colombianos de bien que los armados. Para aquellos millones de colombianos, mis sinceros y más profundos agradecimientos”, puntualizó el Coronel Murillo.
Reflexiones
Tras la victoria que siempre ha sabido capitalizar muy bien el presidente Álvaro Uribe y que en pleno cierre de campaña, catapulta aún más a su heredero, el candidato Juan Manuel Santos, vienen las reflexiones. En manos de las Farc aún quedan 18 militares y policías que esa guerrilla pretende canjear en un intercambio humanitario, por presos que están recluidos por rebelión en diferentes cárceles del país. El gobierno ha negado tajantemente esta vía aunque el grupo de Colombianos y Colombianas por la paz encabezado por la senadora Piedad Córdoba y otro llamado Asfamipaz, liderado por Marleny Orjuela, persiguen esta salida a través de marchas, reuniones y conversaciones con distintos actores, incluso de la comunidad internacional. Santos y su contendor Antanas Mockus, también han cerrado tajantemente las puertas a una negociación en este aspecto.
Si bien los rescates son bienvenidos cuando no se pone en riesgo la vida de los rehenes -tal como pasó con los 12 diputados del Valle y el ex gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, todos asesinados en cautiverio por la guerrilla al sentir el cerco militar, cada vez que sucede uno, la presión sobre los que quedan en la selva se acrecienta. La guerrilla les restringe la movilidad con cadenas, les aumenta la vigilancia y les castiga con hechos como desmejorarles la de por sí pésima comida o dejarlos sin radio por meses. Así mismo el Gobierno aleja mucho más una salida humanitaria o negociada y las FARC, por su parte, también retrasan las liberaciones unilaterales.
Al tiempo que la cúpula militar en pleno se interesa, como es obvio, en dar detalles de los éxitos de la operación, deja interrogantes sueltos que evaden responder a la prensa. Entre las informaciones conocidas ayer trascendió que otro grupo de soldados se estaba desplazando a unas coordenadas cercanas para rescatar a otros secuestrados, hechos en los que murió un sargento del Ejército. Las fuentes militares nunca dieron el nombre del sargento ni mucho menos de qué secuestrados se trataba. Si bien se podría pensar que hay informaciones de inteligencia que la prensa no debe conocer, no es así sobre operaciones que ya no están en desarrollo.
En Colombia lamentablemente no se ha perdido la costumbre de hacer de las liberaciones un show mediático. Una decena de medios de comunicación esperan a los secuestrados apenas bajan del avión y los reciben casi primero que sus propios familiares. Los bombardean de preguntas y los obligan a dar ruedas de prensa no solo inmediatamente ponen un pie en las bases militares, sino durante los siguientes cinco o seis días. El país no para de verlos en periódicos y revistas. Tras 12 años de no tener contacto con la civilidad, es cierto que los secuestrados quieren hablar, pero se olvida muchas veces el ambiente terapéutico en que deben hacerlo. Todos emocionados responden al unísono que agradecen al gobierno por el éxito militar, aunque después reflexionan que los abandonó por más de una década en la selva. Muchos manifiestan querer seguir en el Ejército para combatir el terrorismo, pero estas decisiones son muchas veces devastadoras para las familias que no quieren exponer a su ser querido.
Un par de ellos fueron mostrados incluso con las cadenas con las que los tenían, en una clara intención (innecesaria) de recalcar la inhumanidad de las Farc que nadie desconoce. Todos son luego recibidos por el presidente Uribe que hace también su propia alocución en todos los canales del país, en la que, por horas, son sometidos a contar detalles del cautiverio cuando la sensación de libertad apenas se está digiriendo. El regreso de un solo rehén al seno de sus familias, siempre será un motivo de celebración, pero algún día Colombia tiene que aprender a no convertir en réditos políticos ni en espectáculo, tal delito de lesa humanidad.
Jenny Manrique is a Colombian journalist and founder of the website www.votebien.com.