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AQ Top 5 Inventores Latinoamericanos: Carlos Monroy

Reading Time: 2 minutesUn biólogo de 27 años que les ayuda a los mexicanos a respirar mejor
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Cortesía de Biomitech

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Este artículo está adaptado de la más reciente edición impresa de AQ. Haz clic aquí para ver el resto de nuestra lista. | Read in English

La estructura de metal de 2,4 metros de alto en la Vía Atlixcáyotl en Puebla, México, no es solo decorativa, aunque su verde espacial sí le concede al lugar un toque futurístico. En cambio, este “árbol artificial” que succiona CO2 es un purificador de aire basado en microalgas y la creación del inventor mexicano de 27 años Carlos Monroy.

“Soy un biólogo que se especializa en algas y tras la universidad comencé a ver mi trabajo desde una nueva perspectiva, la de una empresa que desarrolla productos para solucionar problemas ambientales”, le dijo Monroy a AQ. Su invento, llamado BioUrban, usa la fotosíntesis de millones de microalgas para convertir el CO2 en oxígeno. La estructura en Puebla realiza la conversión equivalente a cientos de árboles.

La invención de Carlos Monroy (a la derecha) utiliza microalgas para purificar el aire de la ciudad.

BioUrban es una de las cinco patentes que ha registrado Monroy a lo largo de su carrera como inventor e innovador: la primera fue a sus 23 años. Su primera idea fue un tubo de escape de camiones que usaba microalgas para convertir las emisiones en hidrógeno. Esa idea se desarrolló hasta convertirse en los más grandes purificadores de aire.

Después de la universidad, Monroy se unió a un laboratorio de innovación, donde conoció a un grupo de recién graduados de otras disciplinas y juntos crearon su startup, BiomiTech. El prototipo basado en microalgas de la compañía fue el favorito de la audiencia en una competición latinoamericana de startups en el Massachussetts Institute of Technology en 2015. “El reconocimiento en MIT llevó a publicidad y también a inversionistas que buscaban nuestra compañía”, dijo Monroy”

Tener patentes para su invento también ayudó, pues le dio garantías a sus patrocinadores. “Si tienes una idea, puede ser vista como un invento, [pero] el pedazo de papel es necesario. Es más difícil conseguir inversión sin el”.

El laboratorio de innovación ayudó con el lado empresarial pues conectó a Monroy y a sus colegas con la oficina de patentes mexicana y con una compañía especializada que les ayudó a lidiar con las patentes locales e internacionales. “Llevamos nuestra patente a Suiza, para hacerla internacional. Ahora podemos vender en cualquier parte del mundo”.

El árbol brillante de Monroy ya se está expandiendo a otros países, con unidades piloto que ya han sido enviadas a Inglaterra y Colombia.

Parece que Puebla solo fue el comienzo.

Tornaghi es la gerente editorial de AQ



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