October 30, 2009
Americas Quarterly Web Exclusive
By Adolfo Garcé
El que gobierna pierde votos. Esta frase resume una de las reglas más consistentes de la historia electoral de la democracia uruguaya durante los últimos 60 años. Como hemos podido constatar el domingo pasado, el gobierno de Tabaré Vázquez no ha sido la excepción. Sin embargo, el candidato del Frente Amplio (FA), el ex guerrillero José Mujica, es el claro favorito para el balotaje del próximo 29 de noviembre. Para ser electo presidente tendrá que obtener más votos que el ex presidente Luis Alberto Lacalle, candidato del Partido Nacional (PN). Como veremos a continuación, no será muy difícil para el caudillo frenteamplista derrotar al líder del PN.
El FA nació en 1971, dos años antes del golpe de Estado. Hasta ahora, no había parado de crecer (pasó de 18 por ciento en 1971 a 50 por ciento en el 2004). Sin embargo, desde 2004 a 2009 cayó 2 por ciento. Es perfectamente posible que, finalmente, haya perdido votos en los sectores de ingreso medio por la combinación de los cambios en el sistema tributario, el nuevo esquema de financiamiento de la salud, y del extendido desasosiego provocado por la sensación de inseguridad pública.
Sin embargo, la leve caída del FA no se debe exclusivamente al descontento de una parte de la población con algunas de las políticas ensayadas por la administración del presidente Vázquez. El FA votó por debajo de su registro de hace cinco años, también, por dos razones más. En primer lugar, porque pagó el costo de hacer un gobierno más centrista de lo esperado por muchos. Esto le hizo perder casi 10 mil votos de electores de izquierda radical. En segundo lugar, porque presentó un candidato a la presidencia que conquistó su postulación apoyado en el Partido Comunista y prometiendo llevar adelante un segundo gobierno del FA más de izquierda que el primero. Esto seguramente le costó perder la confianza de electores centristas.
El leve debilitamiento electoral del Frente Amplio encierra, de todos modos, una paradoja inocultable. El balance de los cinco años de la presidencia de Vázquez es ampliamente positivo. El PBI se incrementó, entre 2005 y 2009 más de 30 por ciento. La inversión extranjera y las exportaciones alcanzaron niveles récord. El extraordinario dinamismo de la economía generó un aumento de la demanda de trabajo que permitió abatir la desocupación a su mínimo nivel histórico (7 por ciento). Simultáneamente, crecieron los salarios de los trabajadores y el ingreso de las familias. El gobierno realizó un enorme esfuerzo en el plano de las políticas sociales, creando un Ministerio de Desarrollo Social, ejecutando un ambicioso Plan de Emergencia focalizado en los hogares más pobres, y llevando a niveles sin precedentes el tradicionalmente elevado gasto público social uruguayo.
De todos modos, es evidente que el desgaste electoral del partido gobernante ha sido moderado. El FA sigue siendo el partido más votado del país. En el ranking lo siguen los dos partidos más antiguos del sistema político uruguayo, el Partido Nacional (que consiguió 30 por ciento de los votos) y el Partido Colorado (que recibió 17 por ciento). Aunque todos los votantes del Partido Colorado decidieran votar en el balotaje al ex presidente Luis Alberto Lacalle, candidato a la presidencia por el Partido Nacional, no lograrían tener más apoyo que el que obtuvo José Mujica el domingo pasado. Aunque todavía faltan unos días para que pueda conocerse la integración definitiva del parlamento, existen excelentes razones para suponer que el FA tendrá mayoría parlamentaria. En estas condiciones, el balotaje podrá ser, en el mejor de los casos, un ejercicio de confrontación de ideas interesante, pero no podrá torcer la tendencia que se manifestó en la primera vuelta. Es altamente probable, por ende, que Mujica obtenga la presidencia dentro de un mes.
A pesar de su pasado guerrillero y de su alianza durante la campaña por la candidatura presidencial con el Partido Comunista, no hay que esperar que, una vez en el gobierno, imprima un giro radical. Mujica ha dicho hasta el cansancio que su modelo es el del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y que Uruguay debe apuntar a ser como Nueva Zelanda. Ha prometido que el gobierno de la economía, durante los próximos cinco años, estará en manos del mismo equipo que asumió esta responsabilidad durante el gobierno de Tabaré Vázquez.
Ha asegurado, una y otra vez, frente a periodistas y empresarios, que respetará la lógica del capitalismo, protegiendo la inversión extranjera y manteniendo las reglas de juego actuales. Pocos días antes de la elección ha propuesto un pacto político con los partidos de oposición que permita establecer algunas políticas de estado. Suele decir que hace 40 años quería cambiar el mundo y que ahora se conforma con arreglar la vereda de su casa. Ganar el balotaje no le va a resultar muy difícil. Colmar las expectativas que alentó en el electorado frenteamplista, articulando la visión socialdemócrata con la de los comunistas, le resultará sin dudas más difícil. Superar el desempeño de Vázquez en la presidencia, virtualmente imposible.
Adolfo Garcé es docente e investigador full time en el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay. Ha publicado diversos libros y artículos académicos generalmente referidos a la política uruguaya y es columnista político del diario El Observador que se publica en Montevideo.
*Lea la versión de este artículo en ingles.
Lea algunos artículos sobre las elecciones uruguayas en los cuales el autor ha sido citado:
The New York Times: “Ex-Guerrilla Faces Close Run-Off In Uruguay Election,” October 26, 2009.
BBC News: “Uruguay Election Offers Sharp Contrast,” October 24, 2009.
The Guardian, UK: “Former guerrilla José Mujica favourite in Uruguay election,” October 25, 2009.
BBC Mundo: “Uruguay se prepara para la segunda,” October 26, 2009.