Este artículo está adaptado de la más reciente edición impresa de AQ. | Read in English
CIUDAD JUÁREZ, México — Una de las primeras cosas con las que se topan los visitantes al Technology Hub es una pesada puerta metálica a prueba de balas, reliquia de los días en los que este edificio albergó el consulado de los Estados Unidos en Ciudad Juárez, México.
Hoy ya no hay detectores de metales en la recepción, donde han sido reemplazados por obras de artistas locales. Lo que fue una vez un refugio antibombas para el cónsul es hoy una sala de meditación. Las viejas casetas de teléfonos públicos han sido convertidas en cargadores de autos eléctricos. Y una bandera mexicana ha sustituido a la de franjas y estrellas.
Este espacio de 55,000 pies cuadrados (5.110 metros cuadrados), centro de trabajo e incubadora de ideas para empresas emergentes, es la criatura de su Presidente y Director Ejecutivo, Ricardo Mora, empresario de 48 años que repartió su juventud entre esta ciudad y la de El Paso, en Texas, al otro lado de la frontera. Mora se inspiró en el Silicon Valley, aunque siempre supo que tendría que tomar en cuenta la realidad local. Hasta hace unos cuantos años, la violencia de los cárteles había convertido a Ciudad Juárez en una de las ciudades más peligrosas del mundo. La fundación de Technology Hub fue una forma de reiniciar las actividades comerciales y estimular la productividad, los empleos y el crecimiento económico.
“Estábamos muy divididos”, le confesó Mora a AQ. “Cuando todo se calmó, tuvimos que reunir a todos de nuevo”.
En los tres años desde que Mora y sus tres cofundadores compraron el viejo consulado con sus propios ahorros, Technology Hub se ha convertido en la sede de unas 100 empresas en las que se han creado unos 300 puestos de trabajo en tecnologia. En el edificio donde alguna vez los residentes de la ciudad iban en busca de visas para salir de México, ahora los jóvenes están creando empresas para mantenerse aquí. Unos cuantos empresarios del otro lado de la frontera, incluyendo a Luis Lopez, un exmarine de Chicago, hasta han alquilado oficinas. “Lo que antes fue una fortaleza se convirtió en un lugar de bienvenida y colaboración”, comenta Lopez.
A pesar de que Mora resistió durante los años más difíciles de Ciudad Juárez, sus vínculos personales con la ciudad le convencieron de que, en ella, los negocios pueden prosperar, según el caso. Su abuelo fundó la primera agencia aduanera de Ciudad Juárez, y sus padres fueron empresarios: su padre, traductor y gerente de una fábrica, y su madre propietaria de una embotelladora de salsa. Mora empezó entregando pizzas Domino pero, al fracasar el negocio de su madre, abrió un puesto de hot dogs en el que utilizó las salsas que le habían sobrado. Desarrolló su pequeño negocio hasta contar con tres puestos, luego los vendió para expandirse al sector de las telecomunicaciones y crear una empresa que llegó a contar con más de 250 empleados.
Mora comentó que la creación de Technology Hub, bajo otras circunstancias, hubiera requerido una inversión de unos 500.000 dólares, aunque la compra del exconsulado elevó el costo de la operación. Explicó que “todos los factores necesarios ya están aquí”, en Juárez, para el desarrollo de una incubadora exitosa, debido a una gran presencia de empresas Fortune 500, maquiladoras y otros tipos de negocios.
“Creemos poder aprovechar esa ventaja para ayudar a la comunidad a avanzar hacia modelos de producción más avanzados”, comentó.
Sin embargo, asegurarse el respaldo de la comunidad de hombres de negocios de la ciudad para Technology Hub no fue fácil.
Juárez ganó notoriedad internacional a principios de la década de los noventa del siglo pasado, cuando la prensa empezó a tratar un alza alarmante en los asesinatos de mujeres, cuyos cuerpos, a menudo mutilados, empezaron a aparecer en el desierto. Le siguió un aumento en la violencia de las pandillas de delincuentes. La tasa de homicidios aumentó tan rápidamente que, hace sólo diez años, el entonces presidente Felipe Calderón se vio obligado a enviar a las fuerzas armadas a patrullar las calles de la ciudad. Las actividades económicas esenciales continuaron, pero las inversiones y la innovación se resintieron. Aún después de esos años violentos, el problema de la delincuencia dejó a los hombres de negocios de la comunidad “cerrados a la posibilidad de embarcarse en nuevos proyectos”, señala Verónica González, jefa de resiliencia de la ciudad, y funcionaria a cargo de la coordinación de esfuerzos para preparar a Ciudad Juárez a enfrentarse a los obstáculos y desafíos del futuro, naturales o producidos por el hombre.
Sus colegas describen las actividades de Mora como serias y algo impenetrables. “No me gustaría tener que jugar póker con él”, dijo uno. No obstante, González apuntó que Mora se enfrentó a las dudas de la comunidad, centrándose en la “transparencia y la integración”. A pesar de que estos temores puedan parecer naturales a los extraños, no son tan claros para los empresarios tecnócratas, los cuales temen, al punto de llegar a la paranoia, acerca de la posibilidad de que sus innovaciones puedan ser robadas.
Lopez, el trasplantado de Chicago, admitió haber tenido dudas, al principio. “Al principio, llegué a pensar que, de tener una buena idea, no me gustaría que alguien me la copiara o robara”. Su empresa, Negawatt Industries, ayuda a las fábricas a reducir sus costos energéticos al optimizar su maquinaria. “Ahora, comparto abiertamente la experiencia, porque, por el mero hecho de tratarla podría suscitar nuevas ideas en mí”, agregó.
Los avanzados servicios especiales y de conveniencia de Technology Hub sustentan esta actitud. Incluyen, entre otros, el primer laboratorio de fabricación de la ciudad, o Fab Lab, que puede ser utilizado por los clientes para construir o “imprimir” prototipos de nuevos productos en tres dimensiones. Otro ejemplo es el de las gafas inteligentes de realidad aumentada, herramienta que permite a los empresarios capacitar virtualmente a sus empleados en las nuevas tecnologías de manufactura.
Hay señales inequívocas de que la visión de colaboración y renovación de Mora está empezando a contagiar a posibles interesados fuera del recinto de Technology Hub. Algunos hablan de la construcción de un edificio multiuso de 15 pisos, algo impensable hasta ahora en Juárez. El gobierno del estado ha iniciado también los trabajos relacionados con un proyecto por un valor de 14 millones de dólares, para transformar 12 acres (unos 48.500 metros cuadrados) de un hipódromo abandonado, en un distrito dedicado a la innovación. Cuando esté terminado, será el núcleo de un centro de inteligencia artificial, dedicado a la capacitación de proveedores locales de tecnologías de punta, y a la preparación de los técnicos requeridos por las multinacionales.
“Un espacio como éste permitirá a los proveedores no tener que entrenar por su cuenta, y para que sean parte de un ecosistema en el que sientan plenamente respaldados”, comentó Alejandra de la Vega, secretaria estatal de innovación y desarrollo económico. Uno de sus primeros actos fue mudar las oficinas centrales de su agencia, de la capital del estado a Technology Hub.
En el centro de Juárez hay otras señales de cambios, como la pintoresca Plaza Juan Gabriel, inaugurada en el 2016 como parte del rejuvenecimiento y rescate de una antigua zona al margen de la ley. Y, en vez de tanques, ahora son comunes los autobuses de dos pisos que recorren la ciudad cargados de turistas.
Sin embargo, todavía hay obstáculos y desafíos: Technology Hub aún no es rentable, lo cual hace surgir dudas acerca de su futura sostenibilidad. A pesar de que el gobierno municipal ha patrocinado eventos en el Hub, Mora explica que aún no está haciendo lo suficiente para incentivar ese tipo de proyectos.
“Hemos aprendido que no hay secretos para la creación y desarrollo de estos espacios urbanos, especialmente por las dificultades de hacer que el gobierno entienda su propósito y visión”, indica Mora.
Numerosos edificios abandonados del centro histórico de la ciudad languidecen vacíos o semivacíos, mientras la expansión de Juárez ha registrado un 61 por ciento adicional en la última década, lo cual sugiere que muchos residentes han preferido expandirse hacia las afueras de la ciudad que invertir en la renovación del casco urbano.
La pacificación de Juárez también ha demostrado ser frágil. Después de reducirse durante cuatro años consecutivos, los homicidios volvieron a incrementarse en el 2016, y la tasa de homicidios de la primera mitad del 2018 resultó ser la mayor desde el 2011. Si las cosas siguen empeorando, habrá seguramente más escepticismo acerca de los distritos de innovación y empresas emergentes. “Podrías tener toda la innovación tecnológica del mundo, pero sin el estado de derecho y la democracia, no te sirve mucho”, comenta Sergio Meza, director del Plan Estratégico de Juárez, un grupo sin fines de lucro.
Sin embargo, Mora ha seguido avanzando. Con la ayuda de la Fundación Axcel, institución sin fines de lucro, Technology Hub organiza una conferencia gratuita para estudiantes, dedicada al empresariado y la innovación. La directora ejecutiva de Axcel, Nancy Estrada, también está levantando fondos para la adquisición de un laboratorio móvil que ofrecerá cursos gratuitos relacionados con temas como la robótica y las impresiones en tres dimensiones, en las escuelas secundarias de Juárez. Los estudiantes “adquirirán destrezas más allá de sus conocimientos y habilidades técnicas prácticas,” comenta Estrada. “Tomarán mejores decisiones; aprenderán a trabajar en equipo”.
Esa dedicación a la colaboración es lo que permitirá a Juárez sobrevivir a cualquier dificultad futura, opina el periodista Edwin López. “Podrá medir las tasas de homicidio, aunque también podrá medir y evaluar la resiliencia colectiva”, me dice López mientras pasamos frente a un restaurante en el que presenció un tiroteo en su juventud. “Tal vez las cosas vuelvan a deteriorarse, pero los negocios mejorarán su capacidad de adaptarse”.
En Technology Hub, Mora encarna ese tipo de optimismo. “Creemos en las cosas que están pasando”, me dice. “Creemos en la música que estamos tocando”.
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Brendan O’Boyle es un redactor principal de AQ