Al tiempo que la Revista Semana se ganó el premio IPYS a la mejor investigación periodística en América Latina, por su brillante trabajo sobre las Chuzadas del DAS, nuevas revelaciones sobre cómo el aparato de inteligencia del Estado no solo grabó ilegalmente sino que persiguió y desprestigió a políticos opositores, magistrados y periodistas, están desmenuzando poco a poco la estructura criminal que se valió de tácticas impensables para conseguir información.
El premio fue entregado en Buenos Aires al director de la revista, Alejandro Santos, durante la II Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación (Colpin) auspiciada por IPYS y FOPEA. Santos relató cómo una historia a la que uno de sus reporteros llegó siguiendo unos sobrecostos en la contratación de la compra de unas cafeteras en el DAS, terminó siendo uno de los mayores escándalos del gobierno saliente, que tendrá muchos ecos en el que acaba de comenzar si la justicia decide finalmente llegar hasta los culpables intelectuales de estos hechos.
Las recientes confesiones de funcionarios involucrados parecen de novela. Ya son media docena los implicados que poco a poco, acogidos al principio de oportunidad con el ánimo de conseguir beneficios penales, han contado en extensas sesiones ante la Fiscalía, las ordenes que recibieron, las reuniones secretas que tuvieron en varias ciudades del país y la milimétrica puesta en escena de una operación de espionaje nunca antes conocida en Colombia.
Uno de ellos, el ex jefe de contrainteligencia del DAS, Jorge Alberto Lagos, incluso pidió perdón público a la Corte Suprema y a los senadores Piedad Córdoba y Gustavo Petro por haberlos perseguido.La ex subdirectora de Operaciones de Inteligencia del DAS, Martha Leal, contó cómo se reunió con el abogado de un paramilitar preso, alias Tasmania, para desprestigiar al magistrado Iván Velázquez argumentando que éste le ofrecía beneficios penales a cambió de enlodar al ex mandatario Álvaro Uribe.
Otro ex jefe de inteligencia, Fernando Tabares, detalló además que miembros del sanedrínpresidencial, encabezados por su Secretario General, Bernardo Moreno,le pidieron al DAS que siguiera expresamente a los senadores de oposición Piedad Cordoba, Gustavo Petro y al periodista Daniel Coronell pues este último adelantaba investigaciones, muy serias y rigurosas por cierto, sobre los negocios de los hijos del ex presidente.
Mientras la operación se iba tejiendo algunos documentos que tenía en su poder el grupo Goni (Grupo de Observación Nacional e Internacional del DAS), fueron quemados o escondidos, por lo cuál a pesar de que las investigaciones periodísticas han destapado grandes secretos de este oscuro capítulo de la inteligencia colombiana, es aún mucho lo que nos falta por saber. El fallecido jefe del Grupo Goni, José Fernando Ovalle, quien murió de un cáncer terminal, guardó algunos de esos preciados papeles que en esta etapa de revelaciones también salieron a la luz pública, gracias a otro de los arrepentidos: William Romero, ex jefe de Fuentes Humanas del DAS.
Romero, quien era el encargado de pagar a los informantes y manejaba un presupuesto de 150 mil dólares para hacerlo, entregó a la Fiscalía “tres cajas de cartón con 75 cds, y numerosos documentos” que detallan cómo la inteligencia hurgó hasta en los estados financieros de los magistrados. Para ello pidió expresa información a otro ente estatal, la UIAF, Unidad de Investigación y Análisis Financiero, cuyo director Mario Aranguren está preso por participar estos hechos. Dicho sea de paso, para la época en que se le señaló de estar involucrado en este ilícito, Uribe salió a defender vehementemente a Aranguren.
Finalmente otra detective, Alba Luz Trujillo, bautizada por los medios como la Mata Hari colombiana, detalló cómo sedujo al jefe de seguridad del Congreso de la República para que le ayudara a reclutar fuentes humanas que pudieran suministrarle información sobre lo que hablaban los magistrados en las Cortes.
Lo más penoso fueron sus modos. Trujillo, quien se ha convertido en la ficha más clave de la investigación y cuyo voluminoso expedienteno para de sorprender, es una psicóloga que se hizo pasar en primera instancia por vendedora de productos naturales para llegar a la Corte Suprema y en adelante se ganó la confianza de personas humildes como empleadas que servían tinto y conductores de los magistrados,para sacar expedientes de los congresistas investigados por sus vínculos con paramilitares. A sus fuentes las trabajó “psicológicamente” para hacerles creer que estaban haciendo un bien a la democracia, los acompañó en sus espacios más personales, les sacó de apuros económicos, hasta lograr incluso que una de sus reclutadas introdujera una grabadora en la sala penal para grabar las sesiones de los magistrados.
La lista de víctimas de las chuzadas es extensa y alcanzó también a otros miembros del partido Liberal como el ex candidato presidencial Rafael Pardo, el senador Juan Manuel Galán y el hoy ministro del interior Germán Vargas Lleras, quien a pesar de haber sido parte de la coalición de gobierno uribista, fue un claro oponente a la segunda reelección del mandatario saliente, hecho que le generó antipatías entre los más férreos gobiernistas. Vargas Lleras sugirió recientemente desclasificar la información de este organismo de inteligencia, un debate que apenas se comienza a dar en el país.
Por todos estos hechos elDAS ha venido siendo sujeto de su propia investigación interna que ha incluido pruebas de polígrafo y múltiples entrevistas a funcionarios que sin embargo callaron por años. Ya el país había tenido noticia de un gran número de irregularidades al interior de la policía secreta, que incluían la fuga de información, las relaciones non santas con paramilitares, subversivos y narcotraficantes, la supresión de antecedentes judiciales y la expedición de otros falsos. Algunos de sus agentes son protagonistas de procesos que investiga la Fiscalía por su los magnicidios de Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro.
En una magistral conferencia en el acto de apertura del Congreso Colpin, César Martín, Presidente del Tribunal Especial de la Corte Suprema que sentencióa 25 años de prisión el ex presidente Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad durante su gobierno en Perú, contó cómo el aparato de inteligencia dirigido por Vladimiro Montesinos se convirtió en un aparato criminal para exterminar a la subversión y a la oposición. El cotejo de pruebas se pudo completar gracias a que “el régimen se pudrió por dentro y generó múltiples disidencias internas”. Confesiones y confesiones le permitieron llegar a Martín a una conclusión simple pero brillante: “El jefe, siempre sabe todo”. Fujimori lo sabía. Y en Colombia, ¿Uribe no sabía?
*Jenny Manrique es una bloguera que contribuye a americasquarterly.org. Es periodista Colombiana y fellow de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF) y del Dart Center for Journalism & Trauma.