En el año 2000 la mayoría de los salvadoreños teníamos una idea, al menos vaga, sobre cual debería de ser la apuesta estratégica del país. El entonces presidente Francisco Flores y su gabinete nos hablaban sobre la viabilidad de convertir a El Salvador en un centro financiero y en un centro logístico de calidad mundial. El segundo aspecto fue incluso exacerbado con la inversión en la construcción de un nuevo puerto marítimo moderno en el departamento de La Unión durante la administración de Antonio Saca.
La apuesta fue concentrarse en la prestación de servicios y promover políticas públicas y leyes que facilitaran el proceso de transformación del país en ese centro financiero y logístico. Sin embargo, al parecer se nos olvidó que uno de los hubs logísticos más importantes del mundo y uno de los centros financieros de mayor trayectoria en el hemisferio occidental se encontraban a la vuelta de la esquina: Panamá.
El país amigo del istmo lo estaba haciendo bien, muy bien. Luego El Salvador cayó en una vorágine de violencia e inseguridad ciudadana que todos conocemos. La inversión se redujo debido a los crecientes índices de violencia. Al menos esa fue siempre la versión oficial. Para muchos difícil de aceptar o comprender cuando los países vecinos de Guatemala y Honduras, ambos con niveles de violencia similares o superiores, crecían dos o tres veces más que El Salvador.
Si en efecto, nos equivocamos, pues no hay mejor remedio que aceptarlo y rectificar. Sin embargo, lo más relevante que conviene rescatar es que a finales de los 90 y principios de milenio existía una propuesta de visión país. Esa visión es la que hoy día El Salvador carece. La semana pasada se realizó el XIII Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE) organizado por la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP). Durante el encuentro los líderes empresariales solicitaron favorecer la visión de largo plazo. En dicho encuentro la principal cámara empresarial del país hizo entrega a cada uno de los candidatos presidenciales de la propuesta que habría preparado la gremial.Con las elecciones presidenciales de febrero del 2014 a escasos 10 meses el calor de la campaña electoral empieza a tomar fuerza. Dos de los tres principales candidatos ya han designado a sus coordinadores de plan de gobierno. Ambos designados son profesionales con una amplia trayectoria profesional. El candidato por ARENA, el Dr. Norman Quijano, habría seleccionado a Miguel Angel Siman, un reconocido empresario y funcionario público en gobiernos pasados. El candidato del FMLN, Salvador Sánchez Ceren, designo a Marcos Rodríguez, un profesional con experiencia en organizaciones de sociedad civil, academia y Ex Subsecretario de Transparencia con el gobierno de Mauricio Funes. El tercer candidato, el Ex Presidente Antonio Saca, no ha designado a un coordinador de su plan de gobierno.
La credibilidad y capacidad que ambos coordinadores traen a la mesa genera expectativas positivas en dos vías. Primero que exista coincidencia sobre los principales retos del país y segundo que se genere un dialogo constructivo sobre las mejores maneras de atender cada una de las problemáticas. Si existiesen coincidencias potenciarlas y donde hubiese diferencias que surja el consenso. La expectativa es que los ejercicios que cada uno de los candidatos inicie no aborden únicamente la visión del rol del Estado sino que ponga énfasis en cómo asegurarse que el Estado y su gobierno de turno sea capaz de cumplirle al ciudadano.
La responsabilidad es grande. Ante una realidad de perspectivas económicas y fiscales desalentadoras, urbanización acelerada y servicios deficientes, y composición demográfica cambiante cada uno de los candidatos deberá ser explícito en la visión nacional que ofrece y la apuesta estratégica que persigue.