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La Verdad Sobre el Sector Privado en Cuba

Contrario a ciertas especulaciones, en la isla existe un gran número de empresarios que operan fuera del ámbito del Estado, argumentan los autores.
Private dressmakers working in Old Havana, Cuba in May.ADALBERTO ROQUE/AFP via Getty Images
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El reciente lanzamiento de las muy esperadas medidas del gobierno de Joe Biden para apoyar al sector privado de Cuba ha reavivado el debate sobre el papel de los actores no estatales de la isla. Anunciadas por primera vez en 2022 pero implementadas en mayo de este año, las regulaciones permiten a las empresas privadas cubanas cierto acceso a la banca estadounidense y a servicios basados en la nube, tales como tiendas de aplicaciones. Sin embargo, con las elecciones presidenciales de Estados Unidos que se avecinan, abunda el escepticismo sobre la disposición de las instituciones financieras y empresas tecnológicas estadounidenses de interactuar con clientes cubanos. El riesgo político bien podría superar cualquier oportunidad de hacer negocios a corto plazo.

Esta vacilación la alimentan en parte los políticos, muchos de ellos radicados en Florida, que continúan calificando a cualquier interacción con el sector privado cubano como colusión con el Estado cubano, e incluso como un riesgo para la seguridad nacional a través del sistema bancario estadounidense. Si bien sus inquietudes respecto a reforzar el régimen cubano están bien documentadas, dicha postura descarta el potencial que tiene la interacción económica de empoderar a los cubanos comunes y corrientes y a la vez promover los intereses nacionales de Estados Unidos.

Sentimientos encontrados

La cobertura mediática del sector privado cubano ha sido mixta y a menudo ha caído en dos extremos. Algunos informes recientes han exagerado el porcentaje de la fuerza laboral cubana que el sector privado emplea, pintando un panorama demasiado optimista de la transformación económica de Cuba.

Por el contrario, los círculos de extrema derecha en Florida y en otros lugares suelen descartar la existencia misma de un sector privado independiente en Cuba, argumentando que toda actividad económica está comandada por el gobierno. Esta visión deniega la capacidad de acción y el espíritu emprendedor de los cubanos que han creado espacios para la iniciativa privada a pesar de importantes obstáculos.

Como organizaciones con amplia experiencia sobre el terreno en Cuba, en el Cuba Study Group y en Cuba Emprende Foundation estamos en condiciones de ofrecer una perspectiva matizada y basada en hechos. El proyecto Cuba Emprende lleva funcionando 12 años, graduando a 11.000 emprendedores de nuestro programa y asesorando a varios miles de negocios, que representan una parte importante del sector privado. Basándonos en esta experiencia, opinamos que si bien ciertamente hay empresas conectadas con el gobierno (algunas de los cuales se cuentan entre las más grandes de la isla), hay miles de empresarios cubanos que triunfan sin esas conexiones.

Los números más recientes

Los datos más recientes del Ministerio de Economía y Planificación pinta un panorama complejo del sector privado de Cuba. A principios de 2024, había aproximadamente 11.046 micro, pequeñas y medianas empresas privadas registradas (conocidas como mipymes) que emplean aproximadamente a 297.000 trabajadores, junto con otros 602.000 empresarios autónomos (conocidos como cuentapropistas).

En general, el sector privado no agrícola emplea aproximadamente una cuarta parte de la fuerza laboral total de la isla. Al sumar el sector agrícola no estatal, la proporción de la fuerza laboral, definida en sentido amplio como “privada”, es aproximadamente un tercio.

Sin embargo, la distribución de los negocios no agrícolas es desigual, con concentración en áreas urbanas (46% sólo en el área de la Gran Habana) y en ciertos sectores como alimentos, hotelería y construcción (en conjunto, un 54% del total). Muchos de los negocios más grandes se basan principalmente en la importación de alimentos y bienes de consumo, con relativamente poca inversión en actividades manufactureras y exportaciones. Las empresas privadas (mipymes cuentapropistas) representaron 44% de todas las ventas minoristas en Cuba en 2023, comparado con 4% en 2020, según datos recientes.

Estas cifras, si bien son significativas, deben contextualizarse dentro de la terrible crisis económica actual de Cuba. Para la gran mayoría de los cubanos, la vida diaria sigue siendo una lucha marcada por la escasez crónica de alimentos y otros artículos del hogar, apagones de electricidad, inflación desenfrenada y represión política. El año fiscal 2024 va camino de ser el tercer año consecutivo en el que la migración desde Cuba hacia EE.UU. sobrepasa las 200.000 personas, lo cual pone de relieve la urgente necesidad de encontrar soluciones que animen a los cubanos a construir sus vidas en casa.

Lo que puede hacer la política

Sin duda, el crecimiento del sector privado ha creado oportunidades para algunos cubanos de mejorar su situación económica. Sin embargo, su capacidad para impulsar una prosperidad generalizada sigue obstaculizada por varios factores, siendo el principal de ellos la falta de acceso al capital externo.

Aquí es donde las recientes medidas de la administración Biden podrían potencialmente marcar la diferencia. Al autorizar el acceso a los servicios bancarios estadounidenses a empresarios privados cubanos, estas políticas podrían desbloquear nuevas fuentes de flujos de capital y financiamiento para este sector. Su impacto dependerá de la voluntad de los bancos estadounidenses de navegar en un complejo panorama político y regulatorio moldeado por las obsoletas leyes de embargo de EE.UU.. Y lo que es igual de importante, dependerá de que el gobierno cubano permita que el capital de la diáspora y otros capitales externos fluyan directamente hacia empresas privadas, algo que hasta ahora se ha negado a autorizar.

Sin una entrada significativa de recursos, el sector privado cubano puede seguir siendo una fuente limitada de oportunidades para un relativamente pequeño segmento de la población. Sin embargo, si se pueden reducir las barreras a la inversión, existe un potencial real para que el sector privado desempeñe un papel fundamental en la revitalización económica del país.

También cabe señalar que la seguridad nacional de EE. UU. se vería más favorecida al tener vínculos bancarios formales con las empresas privadas en Cuba. Esto le daría al Departamento del Tesoro visibilidad sobre las transacciones y realzaría sus esfuerzos de combatir prácticas ilícitas como el lavado de dinero y la evasión de sanciones.

En última instancia, el sector privado por sí solo no resolverá los innumerables desafíos económicos y sociales de Cuba. Aún se necesita una importante liberalización política y de mercado para crear un entorno verdaderamente propicio para el desarrollo económico y la prosperidad. Pero un sector privado próspero podría servir como una fuerza poderosa para un cambio positivo, al crear empleos, fomentar la innovación, reducir incentivos para emigrar y dispersar gradualmente el poder económico del Estado.

Mientras navegamos por las complejidades de las relaciones entre EE.UU. y Cuba y debatimos los méritos de la interacción económica, es crucial basar las discusiones en análisis fácticos en lugar de retórica política. La realidad del sector privado cubano no es tan sólida como sugieren algunos relatos optimistas, ni inexistente como afirman sus críticos. Reconocer esta realidad matizada y trabajar para apoyar a los empresarios cubanos a través de políticas reflexivas y una interacción responsable contribuirá a un futuro en el que las oportunidades económicas sean más accesibles para todos los cubanos.

McIntire es el presidente de la junta directiva de la organización Cuba Emprende Foundation y miembro de la junta directiva del Cuba Study Group.

Herrero es el director ejecutivo del Cuba Study Group.

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Tags: Cuba, Cuba-U.S. relations
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