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Este artículo es parte de un reportaje especial sobre los top cinco jóvenes emprendedores latinoamericanos seleccionados por AQ. Haga click aquí para ver el resto.
La historia del éxito emprendedor de Jimena Flórez comienza, inesperadamente, con una cerveza fría en Alemania.
Después de graduarse de bachillerato en su natal Colombia, Flórez pasó un año sabático viviendo con una familia que producía su propio lúpulo orgánico en sur de Alemania. Además de enseñarle la diferencia entre una lager y una pilsner, su familia anfitriona le inculcó los principios esenciales de la agricultura sostenible: cómo las técnicas orgánicas pueden proteger contra el fracaso a la cosecha, maximizar la producción y agregar valor.
Esta experiencia guió a Flórez hacia una trayectoria profesional que ahora define su vida. Durante los siguientes cinco años, mientras estudiaba finanzas y relaciones internacionales (primero en una universidad en Colombia y luego en una escuela de negocios en Australia), aprendió cómo aplicar el conocimiento de base que obtuvo en Alemania a las complejidades de las cadenas de oferta, las finanzas, el comercio y el comportamiento de los consumidores globales. Pero también aprendió que el crecimiento económico puede en muchos casos desplazar a comunidades rurales enteras. Pronto se dio cuenta de que los casos que había explorado como estudiante traían lecciones valiosas para la agricultura colombiana. Así, estaba ansiosa de regresar.
“Quería volver a Colombia … con mi nuevo conocimiento sobre agricultura orgánica para ayudar a campesinos, para que así ellos pudieran quedarse en el campo y no tuvieran que arriesgarse a mudarse a las ciudades a buscar trabajo”, Flórez le dijo a AQ.
Cuando volvió a casa en 2011, Flórez comenzó a hablar con organismos estatales, escuelas, empresas, o cualquiera que estuviera dispuesto a escuchar sobre su deseo de desarrollar programas educativos de sostenibilidad agrícola para campesinos rurales. Poco tiempo después, una universidad en Bogotá la contrató para tal fin. Eventualmente el Ministerio de Educación financió el proyecto educativo que todavía está en marcha y que provee entrenamiento a comunidades en el departamento de Santander en el noreste de Colombia.
Pero Flórez quería hacer más que solo enseñar a los campesinos las técnicas sostenibles de agricultura, quería demostrar su potencial para progresar. Así, con una amiga de infancia, Flórez fundó una empresa social que se convertiría en un modelo de cómo llevar los cultivos orgánicos del campo a la mesa. “Compramos productos sostenibles, los transformamos y los usamos para comercializar los resultados pensando en el consumidor final. Así fue como nació Crispy Fruits”, dijo. La compañía comenzó comprando frutas de campesinos en los suburbios de Bogotá y, en 2012, ya distribuía las frutas secas a nivel nacional.
La compañía comenzó a crecer y Flórez comenzó a buscar maneras de llevar sus pasabocas a Estados Unidos. Pero cuando entendió que el negocio no generaba la rentabilidad que había esperado, “no tenía más opción que innovar”, recordó.
Flórez identificó un mercado específico que podría interesarse en productos orgánicos: los grupos de la sociedad civil estadounidense, padres y educadores preocupados por el problema de la obesidad infantil. Así, Crispy Fruits se convirtió en Chaak Healthy Snacks, una marca de tortas y brownies sin gluten y bajos en azúcar hechos para niños. La materia prima de las mezclas es suministrada parcialmente por los mismos campesinos Colombianos con los que Flórez trabaja.
Gracias en parte a una alianza con el Rutgers Food Innovation Center en Nueva Jersey, Chaak espera para el mes de Julio comenzar a proveer pasabocas para unos 90 mil niños mensualmente. La compañía es privada y no publica información financiera, pero apenas tres años después de haber sido fundada, y contando aún con solo 13 empleados, la empresa ha desarrollado alianzas con organismos de salud pública, escuelas y minoristas en Estados Unidos y Colombia.
En 2015, Flórez fue una de apenas seis jóvenes emprendedores invitados por la Casa Blanca a asistir un evento de emprendimiento global. En sus comentarios, el presidente Barack Obama le agradeció a Flórez por “ayudar a levantar su comunidad”.
“Fue una lección de humildad” dijo Flórez, quien ahora vive entre Bogotá y Nueva York, donde pasa la mitad de su tiempo. Flórez le dijo a AQ que había soñado con dirigir un negocio desde que tenía nueve años, cuando vendía dulces hechos en casa a sus compañeros de clase, pero que hacerlo de una manera que ayuda a aliviar necesidades sociales fue especialmente gratificante.
Aún así, Flórez cree que se necesita más apoyo del gobierno Colombiano para tal fin. En el contexto de un conflicto interno que ha dividido profundamente a la opinión pública en Colombia, iniciativas como la suya ofrecen una forma de reconciliación apolítica. “Es cambiar la mentalidad desde ‘no me importa si fuiste un guerrillero’ hasta ‘aquí hay una oportunidad para que progreses’”. Brindemos por eso.
Este artículo fue actualizado después de que Flórez aclaró a AQ que el proyecto de Chaak con Rutgers proveerá mezclas para alrededor de 90,000 niños al mes comenzando en Julio, pero no ha alcanzado ese objetivo aún.
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Krygier es una pasante editorial en AQ.