Foto: Andrewy Korchagin (Flickr).
Traducido por Martha Alicia Bravo
Rusia busca la expansión militar en América para consolidar los tratos comerciales y desarrollar vínculos militares e intergubernamentales más estrechos. Este esfuerzo también produce beneficios colaterales: Rusia ha asignado contratistas y asesores en los ministerios de defensa y cuarteles militares locales, quienes tienen la capacidad de influir en las decisiones relacionadas con las doctrinas, tácticas y compras.
En febrero de 2014, el ministro de la Defensa ruso, Sergei Shoigu, declaró que se habían iniciado negociaciones con Cuba, Nicaragua y Venezuela para el uso de bases militares, puertos y aeropuertos de Nicaragua con el propósito de reabastecer de combustible los aviones rusos1. Un mes más tarde, el anuncio de que Nicaragua pronto podría recibir personal y equipo militar proveniente de Rusia provocó preocupación, tanto en el interior de Nicaragua como entre sus vecinos. Costa Rica acusó a Rusia de ayudar a Nicaragua para tomar ventaja en disputas territoriales, en particular las relacionadas con el río San Juan, situado en su frontera común2.
¿La milicia Rusia en realidad constituye una amenaza para América? De acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, Stockholm International Peace Research Institute) los países latinoamericanos han incrementado su compra de equipo y armamento militar de la empresa del Estado ruso Russian Technologies (Rostec) o han recibido ayuda militar de Rusia. El SIPRI dio a conocer las siguientes ventas importantes de equipo militar ruso a la región3.
Argentina: adquirió dos helicópteros Mi-8/Mi-17 en 2010 y se cree que en 2012 ordenó otros tres para usarlos en el Antártida.
Brasil: modernizó sus misiles antitanque, 5 misiles tierra-aire (SAM, surface-to-air missiles) y compró 12 helicópteros de combate Mi-24/Mi-35.
Colombia: adquirió ocho vehículos blindados para transporte de tropas BTR-80 (APC, armored personnel carriers) así como cuatro helicópteros Mi-8/Mi-17 en 2006 y cinco en 2008.
Ecuador: compró dos helicópteros Mi-8/Mi-17 y 50 misiles portátiles tierra-aire SA-18 en 2008.
Nicaragua: de acuerdo con sistema de noticias locales, Managua recibió US$26,500 millones en 2011 para respaldar sus operaciones militares de búsqueda y rescate durante los tres años siguientes4.
Perú: compró 288 misiles antitanque AT-14 en 2008 y reemplazó su flotilla de vehículos militares con seis helicópteros de asalto blindados Mi-17 y dos helicópteros de combate Mi-24 en 2010.
Los tratos que más llaman la atención son los hechos entre Venezuela y Rusia. De acuerdo con el SIPRI, desde 2005 Venezuela ha comprado 24 aviones de combate Sukhoi; 51 helicópteros para transporte de tropas, blindados para asalto y de combate; tanques; artillería; misiles antibuque, antitanque, aire-aire; múltiples sistemas de defensa aérea, así como armas de asalto y para infantería5. Hay rumores no confirmados sobre nuevos pedidos de aviones de combate Su-35, un avión para transporte de tropas 74 y Il-76, helicópteros de combate Mi-28, submarinos Clase Kilo, así como equipo de otro tipo6.
A principios de 2014, la empresa Rostec, cuyas subsidiarias participaron en la venta de armamento militar a Venezuela, estimó que el valor de los contratos de armamento ruso alcanzaba los US$12,000 millones7.
Al darse a conocer que en 2005 Venezuela adquirió 100,000 fusiles de asalto AK-103 e inició la construcción de dos fábricas para producir rifles y municiones Kalashnikov se especuló acerca de la posibilidad de que Rusia estuviera instigando conflictos en el hemisferio8.
El gobierno colombiano temió que los rifles reemplazados se revendieran a las FARC, desatando así una carrera armamentista. Sin embargo, el proyecto se ha visto considerablemente afectado por el retraso en la conclusión de las dos fábricas y problemas de producción.
Para junio de 2012 sólo se habían producido 3,000 rifles AK-103 y el avance en las dos fábricas de armamento era poco claro9. En julio de 2006, el vocero del Departamento de Estado norteamericano, Tom Casey, expresó su preocupación sobre la posibilidad de que “la compra de armas planeada por Venezuela excediera su necesidad de defensa y afectara la estabilidad regional”, por lo que urgió a Rusia a que “reconsiderara la venta”10. La administración del presidente Obama ha evitado manifestar preocupación acerca de estas ventas. Sin embargo, ambas administraciones estadounidenses han observado muy de cerca los movimientos de Venezuela, dada la estridente retórica en contra de Estados Unidos que Caracas ha lanzado, el desmantelamiento de las instituciones democráticas de ese país y la celebración pública de alianzas con países hostiles a Estados Unidos, como Irán y Siria.