A tortuous journey
A transgender refugee’s personal journey is interrupted when the violence forces him to start another.
Author and photographer: Jonathan Levinson
Read in English LAST MONTH OF JUNE, members of the Mara Salvatrucha 13 (MS-13) gang approached Danilo Munguía, a 34-year-old transgender person, in Usultán, El Salvador, and demanded that he sell drugs for them. “I’m not one of those types of people,” he replied. “Okay,” they replied, “but there will be consequences.” Days later, four gang members violently broke into his home, beat and raped him in turn. The next day the MS-13 asked him if he was ready to collaborate with them. He again refused. “Well, you know what will happen,” they threatened. Danilo moved but they found him and they abused him again. Después de esto supo que no podía quedarse en El Salvador. Su tía que vive en Tijuana lo invitó a vivir con ella. “No tenemos quién nos defienda cuando esto sucede, no me queda otra opción”, lamenta Danilo, quien ahora vive en la ciudad de Tapachula en el estado de Chiapas al sur de México, punto de reunión para los refugiados que cruzan la frontera de México provenientes de Guatemala.
Después de huir de las violaciones y extorsiones sufridas en El Salvador, Danilo encontró un resguardo temporal en México, pero sigue enfrentando un futuro incierto como refugiado transgénero.
Danilo acompañado de otra refugiada y su hijo, con quienes vive. Con frecuencia debe escapar para evitar al violento novio de ella.
Danilo ruega que le den una cama en un albergue de Tapachula, México.
Danilo se define como mujer pero utiliza pronombres masculinos para referirse a sí mismo en su plática con AQ. Cuando le robaron su vestimenta femenina encontró imposible mantener su apariencia al viajar al norte. Él forma parte de la cifra sorprendentemente alta de personas LGBT que huyen del Triángulo Norte de Centroamérica hacia México y Estados Unidos. En 2014 las autoridades calcularon que cada semana llegaba a Tapachula una persona LGBT. En 2015 el número se acercó a una persona por día.
Aunque Tapachula es más tolerante con las personas LGBT que los países que abandonan, aún representa un considerable peligro para gente como Danilo, quien enfrenta mayores retos como refugiado transgénero. Encontrar un lugar seguro para pasar la noche es una preocupación persistente. En los albergues, cuya capacidad ya está sobrepasada por el enorme número de personas que llegan a la ciudad, es particularmente difícil acoger a los refugiados transgénero, ya que sus instalaciones están segregadas por género.
Danilo revisa la lista de precios para viajar a Tijuana, pero no está seguro de cómo pagar el boleto.
Danilo espera una respuesta a su solicitud de asilo en una oficina para refugiados. En esta ocasión transcurrirían siete horas y no recibiría noticia alguna.
Danilo compra jugos con algunos amigos y otros refugiados en Tapachula. La ciudad se ha destacado como punto de llegada para gente LGBT, perseguida por la violencia de los países colindantes, en donde puede encontrar una seguridad relativa.
José y Enrique, dos refugiados transgénero de El Salvador, están solicitando visas humanitarias, opción para refugiados que han sufrido violaciones a sus derechos humanos. Este tipo de visa permite a los titulares permanecer en México por un año. Los refugiados de México enfrentan una incierta variedad de opciones y una confusa burocracia.
Danilo ha tenido que mudarse en múltiples ocasiones temiendo por su seguridad, mientras espera que el gobierno responda a su solicitud de asilo, proceso que puede tardar varios meses. En las noches duerme sobre el piso de concreto de una pequeña habitación con otros tres refugiados, sobre la banqueta afuera del albergue Belén, de Tapachula, o en una cama en el interior de este, si llega a tener suerte.
También aquí, el peligro puede surgir de cualquier lado. José, un refugiado transgénero de El Salvador, quien solicitó que no mencionáramos su apellido, dice que recibió una golpiza a manos de los guardias adscritos al centro de detenciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en Tapachula, en donde permaneció 104 días esperando una respuesta a su solicitud de asilo. Rosemberg López Samayoa, presidente de Una Mano Amiga, organización que apoya a la comunidad LGBT, afirma que estas quejas contra el INM son muy comunes. De acuerdo con López, el INM carece de instalaciones adecuadas para las personas transgénero; además, en este sitió prevalece la violencia, las violaciones y exigencias de favores sexuales como pago para recibir un mejor trato.
Mientras espera la respuesta a su petición de asilo, Danilo pasa los días tratando de “olvidar su vida”, a la cual define “como un libro en donde siempre se lee lo mismo”. Él sueña con llegar a Tijuana y asistir a una escuela de cosmetología, pero confiesa que tal vez termine trabajando para un hombre que conoció en Facebook y que recluta individuos para películas de adultos en Tijuana. “Tal vez sólo al principio, para ganar algo de dinero”, aclara.
Willian Ochoa, joven de 24 años que abandonó Honduras hace tres años para escaparse del abuso sexual, toma una foto de los clientes a un canta bar. Para los refugiados LGBT, Tapachula es un lugar relativamente liberal y tolerante en comparación con las ciudades del Triángulo Norte de Centroamérica, de donde provienen.
Danilo sentado junto a las pocas pertenencias que le quedaron después de haber sido despojado de sus vestimentas femeninas, en una habitación que comparte con otros tres refugiados.
Una mujer muestra a Danilo fotos de una escuela de cosmetología a la cual él sueña con asistir cuando llegue a Tijuana.
Jonathan Levinson es un periodista multimedia establecido en la Ciudad de México. Es veterano del ejército de Estados Unidos y tiene una maestría en Asuntos Internacionales por la Columbia University. En su obra explora temas de identidad y la forma en que las personas se definen a sí mismas y sus comunidades.