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Cuatro tendencias que definirán a América Latina en 2025

Desde el regreso de Donald Trump hasta el creciente riesgo del cambio climático, el editor en jefe de AQ presenta un panorama mixto en este artículo sobre las perspectivas de la región.
Donald Partyka (hat: Getty)
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Este artículo ha sido adaptado del informe especial de AQ sobre las tendencias que definirán a América Latina en 2025 | English | Português

El mayor riesgo para América Latina este año no radica en la propia región, sino en un complejo turístico con techos de terracota situado a unos 110 kilómetros al norte, en Palm Beach, Florida.

El regreso de Donald Trump no es la única tendencia que probablemente marcará América Latina en 2025. El cambio climático está trastocando la región como nunca antes, afectando las elecciones presidenciales en Ecuador, las rutas marítimas en el Canal de Panamá y el Estrecho de Magallanes, y las cosechas en Argentina y Brasil. El crimen organizado, un viejo azote, está evolucionando hacia nuevas formas que comprometen tanto a los gobiernos como a las economías. La inesperada caída de la tasa de natalidad plantea interrogantes sobre la viabilidad de las pensiones y las perspectivas de crecimiento a largo plazo de la región.

También hay tendencias dignas de celebrar. La inflación sigue bajando en la mayor parte de la región, al igual que el desempleo y la pobreza. La recuperación económica de Argentina bajo la presidencia de Javier Milei, si se mantiene, revivirá a uno de los gigantes del continente, que lleva mucho tiempo inactivo, y proporcionará un modelo de reforma para otros países. América Latina se mantiene afortunadamente alejada de las guerras y otros focos de tensión, con los recursos que el mundo necesita para alimentar a una creciente clase media mundial e impulsar la transición energética.

Si sumamos todo esto, 2025 se presenta como un año relativamente positivo para América Latina, en el que se espera que el PIB regional crezca en torno al 2.5%, un poco más que en 2024 (2.1%) y mayor que la tasa media de crecimiento de la última década (0.9%).

Eso probablemente seguiría manteniendo a América Latina como el grupo de mercados emergentes de crecimiento más lento del mundo, un título que ha ostentado durante varios años. Pero también es una región donde la estabilidad nunca se da por sentada, y el pesimismo generalizado de finales de la década de 2010 y la era de la pandemia ha dado paso a un poco más de esperanza.

“No hay un estado de ánimo de crisis. La gente no se queja de que sea el fin del mundo. Las cosas no son perfectas, pero tampoco están mal,” me dijo desde Bogotá Mauricio Cárdenas, ex ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia, tras una semana en la que visitó Paraguay y Perú.

“Curiosamente, lo que la gente no sabe es si con Trump las cosas van a ir mejor o peor. Hay mucha incertidumbre,” añadió.

Para el análisis regional que Americas Quarterly publica anualmente, hablé con unas dos docenas de personalidades de la política y el mundo empresarial de toda América. El estado de ánimo parecía variar más de lo habitual según el país, con preocupación en los grandes de la región, Brasil y México, pero con considerable optimismo en algunos países más pequeños, como República Dominicana, El Salvador y Uruguay.

Casi todos coincidieron en que la principal incógnita gira en torno al hombre de la Casa Blanca: si procederá con los aranceles y otras amenazas, o si tal vez seguirá una estrategia más benigna de integración de las cadenas de suministro y cooperación en cuestiones de seguridad.

“Si hicieras las perspectivas para América Latina en 2025, y solo te fijaras en la economía, América Latina se vería relativamente bien,” me dijo recientemente Ernesto Revilla, economista jefe de Citi para la región, en el Americas Quarterly Podcast, calificando a Trump como “claramente el mayor riesgo”.

A partir de estas entrevistas y de una revisión de los últimos informes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de otras instituciones, éstas son las cuatro tendencias que parecen tener más probabilidades de marcar los acontecimientos en América Latina este año:

El entonces candidato Donald Trump durante la campaña electoral en noviembre. El regreso de Trump hace que muchos en la región se pregunten si cumplirá con los aranceles y otras amenazas. (Chip Somodevilla/Getty Images)

1. Navegar a Trump

“¿Qué tan preocupados deberíamos estar?”

He escuchado esta pregunta muchas veces desde noviembre, incluso de líderes empresariales y políticos de toda América Latina a quienes Donald Trump les cae bastante bien. De hecho, la pregunta reconoce que Trump es un disruptor impredecible dispuesto a desafiar incluso a aliados de confianza, como lo demuestra la sorpresiva amenaza que hizo en diciembre de intentar recuperar el Canal de Panamá.

En general, las principales prioridades domésticas de Trump de reducir la migración y los flujos de drogas significan que estará más centrado en América Latina que en su primer mandato – y quizás más que cualquier gobierno estadounidense desde la década de 1990. El Gabinete de Trump está inusualmente lleno de funcionarios que conocen bien la región, y cuyas ideas intervencionistas tales como la Doctrina Monroe podrían utilizarse para justificar aranceles, sanciones e incluso una acción militar limitada.

En cuanto a qué países están en peligro… probablemente sea mejor pensarlo por niveles.

México está solo en el primer nivel. Especialmente en el punto de mira de Trump debido a la frontera en común, y también particularmente vulnerable debido a los amplios vínculos comerciales y manufactureros, cualquier confrontación podría llevar a la economía de México, ya endeble debido a las preocupaciones fiscales y a la deteriorada confianza de los inversionistas con la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, a una recesión.

“Creo que hay una enorme subestimación de los riesgos de lo que Trump 2.0 puede significar para México”, me dijo Revilla.

En el segundo nivel se encuentran las dictaduras socialistas de Venezuela, Cuba y Nicaragua, aunque nadie sabe hasta qué punto Trump y su equipo adoptarán un enfoque agresivo. Algunos analistas creen que evitará volver a las políticas de “máxima presión” de su primer mandato, por miedo a desencadenar una ola migratoria aún mayor.

El tercer nivel incluye el deseo de ayudar a aliados conservadores como Javier Milei de Argentina y Nayib Bukele en El Salvador. Al mismo tiempo, es probable que Trump se enemiste con líderes no alineados que considera débiles y afines a China, como el colombiano Gustavo Petro, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la peruana Dina Boluarte.

Pocos de estos líderes parecen dispuestos a simplemente ceder. Los presidentes de América Latina son en general más populares que hace unos años, y la presidenta de México ha dicho que está dispuesta a tomar represalias contra EE.UU. imponiendo sus propios aranceles si es necesario.

Los países que logren sortear las tensiones podrían cooperar en cuestiones de seguridad y en acuerdos de nearshoring. Como me comentó un funcionario que trabajó en el primer mandato de Trump: “Habrá una facción en Washington que le insistirá en que vea a América Latina no sólo como una amenaza, sino como una oportunidad.”

2. Un clima disruptivo (literalmente)

El cambio climático no es un tema nuevo, pero 2024 fue el año en que pareció “graduarse” para convertirse en un riesgo político y económico de primer orden en América Latina.

Tomemos el caso de Ecuador. En septiembre, el Presidente conservador Daniel Noboa gozaba de una popularidad superior al 50% y parecía encaminado a ser reelegido en febrero. Sin embargo, la peor sequía de Ecuador en al menos 60 años afectó el funcionamiento de las presas hidroeléctricas, provocando apagones de hasta 14 horas diarias durante varias semanas. Los números de Noboa se desplomaron, y la izquierda está ahora a punto de volver al poder.

También el año pasado, Porto Alegre, una importante capital regional y una área metropolitana de 4 millones de habitantes en Brasil, fue devastada por inundaciones que cerraron su principal aeropuerto durante seis meses y repercutieron en las cifras del PIB nacional. En otras partes de Brasil, el problema fue la sequía, con los afluentes del Amazonas reduciendo su caudal a su nivel más bajo en 120 años; UNICEF estimó que más de 400,000 niños en Brasil, Perú y Colombia se quedaron sin acceso a la escuela o a la asistencia sanitaria porque los ríos eran demasiado bajos para ser navegables. Estas condiciones contribuyeron a la peor temporada de incendios en el Amazonas desde 2010.

En toda la región, ningún país —o sector de la economía— quedó inmune. La sequía interrumpió el transporte marítimo a través del Canal de Panamá, provocó incendios forestales históricos en Chile que costaron la vida a 130 personas y dañó las cosechas en toda la región. Incluso Bogotá, ciudad conocida por sus lluvias regulares, tuvo que recurrir al racionamiento de agua.

El Niño y la deforestación también fueron factores en los desastres del año pasado, pero pocos científicos ponen en duda que el cambio climático fuera una de las causas principales. El BID calificó a América Latina y el Caribe como una de las “regiones más vulnerables del mundo al cambio climático” y afirmó que las catástrofes relacionadas podían reducir hasta 0,9% del PIB de los países más pequeños, y hasta 3,6% de las naciones caribeñas, además de empujar a millones de personas a emigrar en los próximos años.

¿Qué significa esto para los inversionistas? Aún más incertidumbre por el riesgo económico y político en una región ya conocida por este motivo. Algunos hablan también de un «punto de inflexión» más desastroso en el que los incendios hagan que la selva amazónica pierda la masa crítica que necesita para generar precipitaciones, alterando los patrones meteorológicos en toda Suramérica de forma más permanente.   

Dicho esto, el cambio climático es también una oportunidad para la región, que posee  minerales como el litio que son necesarios para impulsar la transición energética. El empeoramiento de las catástrofes puede obligar al mundo a seguir enfrentándose con el cambio climático, incluso con un escéptico en la Casa Blanca. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025 se celebrará en Belém, en la Amazonia brasileña, lo que dará a los líderes de la región, varios de los cuales no mantienen una buena relación, la oportunidad de coordinarse más eficazmente.

“Conservar la Amazonia no es de izquierdas, ni de derechas, ni de centro: es un deber moral,” declaró recientemente en una conferencia Iván Duque, ex Presidente colombiano de orientación conservadora.

3. “Crimen re-organizado”

Otra cuestión que forma parte del paisaje latinoamericano desde hace décadas es el crimen organizado, pero está evolucionando a nuevas formas.

De hecho, los ingresos de los cárteles han aumentado enormemente en la última década, ya que la producción de cocaína se ha duplicado con creces, de acuerdo con las Naciones Unidas. Mientras tanto, la cocaína ya no sólo fluye hacia el norte, hacia Estados Unidos y Europa, sino también hacia el sur, el este y el oeste, hacia Asia, África y los países latinoamericanos, que se han convertido en grandes consumidores de esta droga.

Los cambios han sido drásticos. Las nuevas rutas de contrabando han transformado países antes pacíficos como Ecuador y Chile en epicentros de violencia, mientras los cárteles se disputan el control de puertos como Guayaquil y San Antonio. Incluso Costa Rica, considerado durante mucho tiempo como uno de los países más tranquilos de la región, carente de ejército permanente, ha sido a menudo el principal punto de transbordo de cocaína del mundo, lo que ha provocado un aumento de los homicidios en un 53% desde 2020.

Según los analistas, la avalancha de dinero nuevo ha calado cada vez más hondo en la política local y nacional.

“Siempre hemos tenido cárteles criminales, pero nunca habían estado tan cerca de los gobiernos,” me dijo Moisés Naím, experto en política regional y ex ministro venezolano. “La captura del gobierno por los criminales ha alcanzado ahora niveles sin precedentes.”

Mientras tanto, las pandillas se diversifican hacia nuevas áreas, un fenómeno que Will Freeman, columnista de AQ y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, ha denominado “delincuencia reorganizada”. Las minas de oro ilegales de América Latina representan actualmente el 11% de la producción mundial de oro, lo que arroja una ganancia incluso mayor que la de la cocaína en Colombia y Perú. Los cárteles también están muy implicados en el tráfico de inmigrantes hacia Estados Unidos.

El impacto en la vida cotidiana ha sido enorme. En Perú, la cantidad de dinero que se gasta en seguridad privada supera ahora el presupuesto nacional para la policía, me explicó Luis Miguel Castilla, ex ministro de Economía. Según Castilla, las presiones de la minería ilegal también amenazan con perturbar el sector legítimo del cobre en Perú, el segundo mayor del mundo tan sólo por detrás de Chile.

Según un informe publicado en diciembre por el Banco Interamericano de Desarrollo, la delincuencia y la violencia cuestan a América Latina y el Caribe 3.4% del PIB anualmente, desalentando el turismo y la inversión, destinando fondos a la seguridad en lugar a la productividad y contribuyendo a la emigración. Las pérdidas equivalen al 80% de los presupuestos de educación de la región y duplican su gasto en asistencia social.

Parece que se está produciendo un cambio en la tolerancia de la opinión pública hacia el status quo. El salvadoreño Nayib Bukele, que ha construido nuevas prisiones y encarcelado a casi el 2% de la población adulta, es a menudo mencionado en las encuestas de toda la región como un modelo a seguir. Aunque aún es pronto, en Chile los conservadores son los favoritos para ganar las próximas elecciones de 2025, y podrían tener ventaja en Brasil y Colombia en 2026.

4. Resiliencia

Y sin embargo… a pesar de todos los riesgos y desafíos, la mayoría de las economías latinoamericanas tienen una salud decente.

Más allá del moderado crecimiento del PIB, la inflación media en la región cayó a cerca del 3,4% el año pasado, frente a un máximo del 8,2% en 2022. Se espera que la mayoría de los bancos centrales sigan reduciendo las tasas de intéres este año, con Brasil como una notable excepción. Los flujos de capital se encuentran en niveles saludables, con déficits por cuenta corriente en toda la región que se sitúan en promedio por debajo del 1% del PIB y reservas internacionales en “niveles cómodos en la mayoría de los países,” según el Fondo Monetario Internacional.

A lo largo de la historia de América Latina, las buenas cifras macroeconómicas a veces no se han traducido en una vida mejor para la gente común y corriente. Pero los salarios medios reales aumentaron en 2024 en siete de los nueve países de la región analizados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. La pobreza ha mantenido una tendencia descendente durante décadas.

Como resultado, las expectativas son bastante buenas: el porcentaje de latinoamericanos optimistas sobre su futuro económico personal alcanzó 52% el año pasado, un máximo histórico en los 30 años de la encuestadora Latinobarómetro, la cual realiza un seguimiento de la confianza en 17 países de la región.

Los inversionistas extranjeros también se mantienen optimistas, mostrando interés por una región rica en materias primas que, al menos hasta ahora, ha logrado trascender las tensiones entre Washington y Beijing. Arabia Saudita celebró en junio una importante reunión sobre inversiones en Río de Janeiro, en la que anunció una serie de iniciativas. La apertura del puerto de Chancay en Perú puede anunciar una nueva era de comercio con Asia, aunque ahora se encuentre en el punto de mira de la administración Trump.

En conjunto, América Latina recibió el 15% de la inversión extranjera directa (IED) del mundo —el doble de su participación relativa en la economía mundial— en 2023, último año del que se tienen datos, según la ONU. Las materias primas y los minerales cruciales para la transición energética fueron los sectores más importantes, y el hidrógeno y el amoníaco ecológicos también atrajeron grandes fondos.

Los nubarrones que rodean a las dos mayores economías de la región son grandes interrogantes. Bajo la nueva administración de Sheinbaum, la economía mexicana se está ralentizando. La creciente preocupación por la gestión fiscal de Brasil bajo el mandato de Lula puede hacer finalmente descarrilar una economía que, por lo demás, ha sorprendido al alza desde la pandemia, con un crecimiento de cerca del 3% anual.

Como siempre sucede en América Latina, hay dos formas de ver el status quo. El BID estima la tasa de crecimiento a largo plazo de la región en torno al 2%, lo que califica de “insuficiente para satisfacer las crecientes demandas de una población en aumento”. El crecimiento de la productividad, la inversión pública y el capital humano siguen siendo retos pendientes.

Pero también es, como siempre, un lugar de oportunidades para quienes pueden vivir con el riesgo y la incertidumbre. “Todos los años tenemos estas tormentas,” me dijo recientemente Ángela Mercurio, que dirige una pequeña cadena de panaderías en Ciudad de México. “Pero seguimos aquí. Seguimos creciendo”.

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Reading Time: 11 minutesWinter is the editor-in-chief of Americas Quarterly and a seasoned analyst of Latin American politics, with more than 20 years following the region’s ups and downs.

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Tags: 2025 Trends to Watch, Climate change, Donald Trump, economic growth, organized crime, poverty
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