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Este artículo fue adaptado de la edición impresa de AQ sobre Venezuela después de Maduro. | Read in English
Una carrera en los escalones más altos de la industria petrolera global ha llevado a Gustavo Baquero a Noruega, pero su mente (y buena parte de su inagotable energía) sigue enfocada en su país natal.
“Mentalmente, estoy en Venezuela cada día”, le dijo Baquero a AQ, disculpándose por el entusiasmo que convirtió a nuestra primera entrevista en una conversación animada de dos horas. “Estoy en un estado constante de ‘¿cómo puedo contribuir?'”.
Baquero está obsesionado con la paradoja venezolana: su país tiene las reservas comprobadas de petróleo más grandes del mundo, pero sus habitantes no tienen comida ni medicamentos. Su experiencia lo posiciona para diagnosticar cuáles son los males del atormentado sector petrolero, que está produciendo al ritmo más lento desde la década de 1980. Sobre todo, Baquero está lleno de ideas sobre cómo arreglar el problema y salir adelante.
En Venezuela Energética, un libro que escribió junto al prominente líder de la oposición Leopoldo López, hace justamente eso, comenzando con un cambio sugerido a la relación del país con sus recursos energéticos.
“Es realmente inconcebible, la relación entre las riquezas de la tierra y la manera en la que la gente vive. Hemos llegado a un momento en el que los venezolanos odian el petróleo”, dijo. “Necesitamos que el petróleo nos sirva, no que sea nuestro amo”.
Aunque Baquero, el hijo de una prominente familia de doctores, se crío en Caracas y ha tenido una carrera en el sector petrolero, la idea de un libro sobre la política venezolana petrolera solo nació alrededor de 2012. Ahí fue cuando él y López, un amigo de toda la vida, se dieron cuenta de que, aunque su país era completamente dependiente de ese producto que suma el 95 por ciento de sus exportaciones, no tenía ninguna política de largo plazo al respecto.
Nadie había intentado desarrollar una estrategia de ese tipo para el petróleo venezolano desde 1956, cuando el expresidente Rómulo Betancourt publicó su muy citada obra Venezuela, política y petróleo. Desde entonces, el mundo ha cambiado drásticamente: la amenaza ya no es la cúspide petrolera (un escenario en el que el petróleo se agota en el mundo y disminuye la producción), sino la cúspide de demanda (en la cual la demanda cae a la vez que las opciones de energía más limpias se vuelven más accesibles).
El momento es esencial. Venezuela necesita producir al máximo y rápidamente, dijo Baquero. La mayoría de predicciones de largo plazo sugieren que la demanda de petróleo crecerá por aproximadamente 20 años, pero incluso eso es probablemente demasiado optimista.
“Sé que mis nietos tendrán un panorama energético muy difícil”, dijo Baquero.
Otras acciones han precipitado el declive de la compañía de petróleos estatal, PDVSA. En 2003, Hugo Chávez despidió a 18.000 trabajadores, casi la mitad de su fuerza de trabajo, por protestar en contra de la politización de la compañía. Esto implicó que, justo cuando el precio del petróleo de desplomó, Venezuela tenía pocos gerentes y expertos en el campo. La producción se estancó; PDVSA y Venezuela nunca se recuperaron. El gobierno también impuso nuevos términos contractuales a compañías extranjeras y comenzó a verter barriles de petróleo en petro-diplomacia y subsidios domésticos.
Mientras que Baquero hacía investigaciones para el libro, el panorama político de Venezuela estaba cambiando rápidamente y la economía se estaba saliendo de control. Chávez murió en marzo de 2013. Su sucesor, Nicolás Maduro suprimió a la oposición. López, quien fue encarcelado en 2014 cuando lideraba protestas contra el gobierno, tuvo que escribir notas para su libro en servilletas que eran luego sacadas de contrabando durante visitas familiares. Mientras tanto, el precio del petróleo se desplomó, llevándose con él lo que quedaba de la economía venezolana.
Aunque el país tiene el 20 por ciento de las reservas de petróleo del mundo, ahora produce menos del 2 por ciento del suministro global de petróleo.
A pesar de todo esto, Baquero ve varios posibles caminos hacia la recuperación.
La primera parte de su plan consiste en maximizar la producción. Basándose en su investigación y en registros históricos de producción de petróleo (durante el crecimiento temprano entre 1943 y 1970 y luego durante la apertura de la década de 1990, cuando el país le abrió la puerta de sus hidrocarburos a la participación privada), Baquero cree que es posible que Venezuela incremente la producción en entre 150.000 y 200.000 barriles al día por año, tan pronto como 2020. Esto, por supuesto, asume que habrá un gobierno dispuesto a implementar un plan de cambio de rumbo inmediatamente, algo que es altamente improbable con Maduro.
Sin tener en cuenta la política, ¿cómo puede Venezuela aumentar la producción? El país se ha fijado varias veces metas de producción durante los últimos 15 años que nunca ha alcanzado. Para cambiar esto, Baquero pide que se eliminen las leyes de hidrocarburos de la era chavista que disminuían las ganancias de los inversionistas internacionales. Bajo un nuevo esquema, las compañías extranjeras estarían más dispuestas a ayudar con la recuperación.
Esto incluye licitar nuevos yacimientos, idealmente a través de un sistema de subastas dirigido por un regulador independiente y transparente. Así como en la reforma energética que se está llevando a cabo en México, PDVSA podría quedarse con activos preciados en una llamada “ronda cero”; los yacimientos sobrantes serían ofrecidos a postores interesados.
Debe hacerse todo lo posible para restaurar la transparencia y el profesionalismo del sector petrolero, usando las mejores prácticas globales, dijo Baquero. Si eso sucediera, él cree que muchos profesionales experimentados y comprometidos estarían dispuestos a volver a casa.
Luego, PDVSA debería dejar de invertir recursos en el crudo notablemente extra pesado del país e invertir en cambio en el petróleo convencional y en el gas natural. Venezuela ahora importa miles de barriles de petróleo al día para diluir el crudo pesado, a pesar de tener 40.000 millones de barriles de crudo convencional en sus reservas. También tiene 5,6 billones de metros cúbicos (200 billones de pies cúbicos) de gas natural, la mayor cantidad de Suramérica. Venezuela podría llevar su gas a través de oleoductos a Trinidad, un lugar que cuenta con terminales de exportación de GNL, y convertirse en un centro de gas natural.
Otro problema que enfrenta Venezuela es que, en una economía controlada por el estado y engrasada por las ganancias petroleras, la sociedad se vuelve dependiente del gasto del gobierno. Para combatir esto, Baquero proponer crear un fondo de patrimonio soberano similar al de Noruega. Esto les permitiría a los ciudadanos beneficiarse de un fondo alimentado por las ganancias petroleras para mitigar el desastre humanitario y pagar por educación, salud, vivienda y pensiones. El fondo de Noruega, que ya tiene dos décadas, tiene un valor de un billón de dólares.
Baquero toma otras ideas de Noruega, resaltando la necesidad de diversificar la economía y de desarrollar una matriz de energía limpia. Sobre los pactos existentes que atan a los envíos de petróleo venezolano por los próximos años, Baquero propone cumplirlos, después de presionar para negociarlos. Se deben recortar los subsidios domésticos que pueden hacer que la gasolina sea más barata que el agua, aunque según Baquero esto podría ser un reto político.
“Es un derroche de dinero absurdo que no beneficia a los pobres”, dijo.
PDVSA (profesionalizada y despolitizada) es la única parte que permanece intacta en su reconstrucción del sector petrolero. La privatización, dijo, “no se discute”. Esto solo es en parte porque es políticamente inviable; a estas alturas, la compañía está hecha trizas y valdría mucho menos que su valor potencial.
Al final de nuestra segunda llamada, la conversación se volvió personal. Baquero mencionó que es un ávido corredor de maratones que ha completado 14 carreras. Lo atraen “la disciplina, el reto, la recompensa de pasar la meta”, dijo.
Luego volvió al tema de su país. ¿Le gustaría trabajar en un futuro gobierno venezolano?
“¡Por supuesto! Es uno de mis sueños”, respondió.
Es una buena cosa, pensé. Venezuela necesitará de sus ideas, pero también necesitará de su resistencia de maratonista.
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Lenton es el director del cubrimiento energético de BNamericas en Santiago, Chile