Politics, Business & Culture in the Americas

Keys to the Bombing Attack in Bogotá



Reading Time: 7 minutes

Please find the original text below, submitted in Spanish.

A former minister hospitalized. Two of his bodyguards dead. Fifty wounded. Dozens of businesses destroyed. The vivid scenes in Bogotá on Tuesday reminded Colombians of the worst periods of narco-violence in the country. And whenever events occur in the capital, angry responses came from all sectors.

Colombia has recently been on a reverse trajectory when it comes to pain and violence. Still, a wounded ex-minister is more important than, say 10 civilians killed, and Bogotá, of course, is more relevant than Catatumbo or Choco—places that today show the raw and living reality of war.

The terrorists know this. It is common sense. Further, such an act has the potential to radicalize the most extreme forces.  The reprehensible attack on Tuesday had all the ingredients for a real blow to the country.

1. The place: It occurred in the north of Bogotá, where, in addition to many pedestrians, students and workers, there are also two universities—Universidad Pedagógica and Universidad Sergio Arboleda—that represent the Left and the Right of the country. Although it was a coincidence that former Minister Fernando Londoño was walking by, it is not a minor detail that the attack was near a Transmilenio station on Avenida Caracas—one of the more  popular streets for passenger traffic.

That resulted in widespread panic among the population. The force of the blow was compounded by the fact that it was not a remote area south of the city where citizens are accustomed to living with urban guerrillas and paramilitary militias. It was a centrally located area guarded by the national police where the impact was meant to be lethal.

2. The day: The government of Juan Manuel Santos was in the midst of celebrating the entry into force of the U.S.-Colombia Trade Promotion Agreement, which went into effect yesterday after six years of negotiation. The president was getting ready to travel to Cartagena and “accompany” the first Colombian cargo out of its Caribbean port. But the tragedy kept him in Bogotá. Several protests against the implementation of the trade agreement also marked the day—sectors such as rice, corn, meat, and dairy interests are weary of the agreement. The attack managed to overshadow what the government was determined to show as one of the most glorious days for the country.

3. The political agenda: This Tuesday marked the sixth debate of the Legal Framework for Peace, a government initiative that aims to implement a model of transitional justice for members of armed groups that demobilize and are part of peace talks. There were early rumors that the attack would postpone the agenda. Instead, the Santos government used all its forces in Congress to win its approval by a margin of 127 to 4 votes. The Framework has had opponents on both the Left and the Right. For the Left, it was seen as a tool for impunity for military officers involved in extrajudicial killings. For the Right, giving political rights to the guerrillas—who have been the enemy of the state—is clearly unacceptable and was seen as an affront to the military advances that the Uribe government had achieved in the conflict. The vote on this controversial peace project on Tuesday raises the hypothesis that opposition voices wanted to demonstrate through an attack that the continued reality of war is still a very real threat.

4. The victim: A former minister and not just any minister. Fernando Londoño is one of the most aggressive and radical voices on the Right and one of the biggest supporters of the government of former President Alvaro Uribe. During the Uribe government, he led the interior ministry (2001-2003). Even today he is a powerful voice using his platform on Radio Super (a program called “The Hour of Truth”) and his column in El Tiempo defending the Uribe doctrine of democratic security.

He is not a man of half measures. During his time as minister he led the implementation of laws such as the antiterrorism statute and the referendum on the re-election of Uribe. Nor is he a person to mince his words, using adjectives like “despicable,” “rogue” and “false victims” to refer to his opponents. Londoño is, in short, the subject of much hatred and passion. Hurting someone like him has led some to accuse the Teófilo Forero column of the FARC as responsible. However it is not ruled out that the extreme Right is behind the attack. Their intention would be to show that the country is on the wrong course and that, as former President Uribe have been saying for over a year through increasingly intense and passionate tweets, security is declining.

5. The message: Many of those against a political and negotiated solution to the armed conflict have been talking about the decline in rates of security for the average Colombian. So the attack perhaps achieved a symbolic objective: to make citizens feel insecure again and to lower the popularity of President Santos.

Once more, Colombians mourn the country’s innocent victims.

*Jenny Manrique is a contributing blogger to AQ Online. She is a Colombian journalist and editor of Semana.com. Her Twitter account is @ JennyManriqueC.


Las claves del atentado en Bogotá

Un exministro hospitalizado. Dos de sus escoltas muertos. Medio centenar de heridos. Decenas de negocios destruidos. Las escenas vividas este martes en Bogotá hicieron recordar las peores épocas de la violencia narcoterrorista en el país y como siempre que ocurren hechos en la ciudad capital, las respuestas airadas aparecieron desde todos los sectores. Hace rato que en Colombia se clasifica el dolor y la violencia en una escala perversa: un exministro herido es más importante que, digamos 10 civiles asesinados, y Bogotá, por supuesto, es más relevante que el Catatumbo o el Chocó, escenarios que hoy día muestran la cruda y viva realidad de la guerra.

Los violentos lo saben. Es de sentido común. Más si se quiere impactar mediante un acto terrorista de esos que radicalizan potencialmente a los ya radicales extremos. El atentado de este martes, absolutamente condenable, tuvo los ingredientes perversos para una dosis perfecta.

1. El lugar: Pleno norte de Bogotá, donde además de una copiosa movilidad de transeúntes, estudiantes y trabajadores, están ubicadas dos sedes de universidades, también emblemáticas representantes de la izquierda y la derecha del país: la Universidad Pedagógica y la Universidad Sergio Arboleda. Aunque haya sido casualidad que el exministro Fernando Londoño pasara por allí, no es un dato menor que el atentado haya sido cerca a una estación de Transmilenio en la Avenida Caracas, una de las vías que más pasajeros mueven en Bogotá. De ahí el pánico generado entre la población, pero también de ahí la fuerza del golpe: no era una zona alejada al sur de la ciudad, donde los ciudadanos se acostumbraron a convivir con las milicias urbanas guerrilleras y paramilitares. Era una zona céntrica y custodiada por la policía nacional, cuyo impacto buscaba ser letal: los autores emplearon una bomba lapa – que se pega a los objetivos con un imán-  de común uso en los atentados terroristas realizados por la organización terrorista ETA en España.

2. El día: El gobierno de Juan Manuel Santos venía promoviendo una suerte de júbilo nacional porque este martes 15 de mayo era la fecha de entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio que Colombia firmó con Estados Unidos hace un mes durante la Cumbre de las Américas, luego de seis años de negociación. El presidente se alistaba para viajar hacia Cartagena y “acompañar” la primera carga colombiana en salir del puerto caribeño. Pero la tragedia lo retuvo en Bogotá. Varias protestas por la puesta en marcha del acuerdo comercial -sobre el que sectores industriales como el arrocero, maizero, cárnico, y lácteo se sienten en serias desventajas-, también marcaron la jornada.  El atentado logró opacar lo que el gobierno se había empeñado en mostrar como uno de los días más gloriosos para el país.

3. La agenda política: Este martes se cumplía el sexto debate del Marco jurídico para la Paz, una iniciativa gubernamental que pretende implementar un modelo de justicia transicional para integrantes de grupos alzados en armas que las entreguen, se desmovilicen y hagan parte de diálogos de paz. Aunque hubo rumores tempranos de que el atentado aplazaría la agenda, lo que sucedió fue que toda la artillería santista movió sus fichas en el Congreso y en última logró su aprobación en pleno con una votación récord: 127 votos contra 4. Aunque le faltan dos debates, el Marco ha  tenido opositores tanto en la izquierda como en la derecha pues para los primeros puede constituirse en una herramienta de impunidad para militares envueltos en ejecuciones extrajudiciales y para los segundos el dar derechos políticos a los guerrilleros, que han sido “los enemigos por excelencia” del statu quo, es a todas luces inaceptable y un retroceso en los avances militares que la era Uribe le dio al conflicto y que hoy parecen desdibujados. Que este controvertido proyecto para la paz se votara este martes, también plantea las hipótesis de que sus voces opositoras (ahí sí de cualquier espectro político) quisieron manifestarse nada menos que con un acto de guerra bastante simbólico: un atentado.

4. La víctima: Un exministro y no cualquiera. Fernando Londoño es una de las voces más agresivas y radicales de la derecha del país y de los más fieles escuderos del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, durante el que encabezó la cartera del Interior (2001-2003). Todavía hoy desde su tribuna en Radio Súper, un programa llamado “La Hora de la Verdad”, y desde su columna en el diario el Tiempo defiende a capa y espada la doctrina uribista de la seguridad democrática, a las Fuerzas Militares y denigra de la izquierda, armada o democrática. No es un hombre de medias tintas pues durante su labor como Ministro fue impulsor de leyes como el estatuto antiterrorista y el referendo para la reelección de Uribe. No es un hombre de media lengua: sus adjetivos a la hora de referirse a sus opositores no se bajan de palabras como “despreciables”, “fascinerosos”, “canallas”, “falsas víctimas”, en una defensa acérrima del establishment que ha provocado que sea víctima de amenazas de las FARC, y por tanto sujeto de un poderoso esquema de seguridad que este martes no se salvó del bombazo: las víctimas mortales fueron dos de sus escoltas. Londoño es, en suma, objeto de múltiples odios y pasiones, y llevarse un trofeo de este nivel desde la izquierda armada hace que ciertas voces se hayan apresurado a acusar a la columna Teófilo Forero de las FARC como la responsable del hecho. Sin embargo no es descartable que detrás del atentado esté la derecha extrema del país, que sería capaz de arriesgar a uno de los suyos, así fuera una carta tan valiosa, solo para demostrar que el país va por mal rumbo y que, como lo ha venido diciendo el expresidente Uribe desde hace más de un año a través de cada vez más intensos y apasionados tweets, la seguridad está en retroceso.

5. El mensaje: Muchas voces enemigas de la solución política y negociada del conflicto armado, han venido hablando del decrecimiento en los índices de seguridad que para el colombiano promedio que atestigua una guerra desde hace casi 60 años, -y que se acostumbró a un Estado paternalista- marcan como ninguno la gestión de un gobierno: el colombiano promedio se siente seguro o se siente mal gobernado. Así las cosas el atentado logró quizá el objetivo más simbólico: hacer a los ciudadanos sentirse de nuevo inseguros y por ende golpear a la popularidad de Santos. Una vez más.

Jenny Manrique es una bloguera que contribuye a AQ Online. Es periodista colombiana y editor de Semana.com. Su cuenta de Twitter es @JennyManriqueC.  

ABOUT THE AUTHOR

Jenny Manrique es una bloguera contribuidora para AQ Online. Ella es una periodista colombiana que ha escrito para medios como Semana, Votebien.com, El Espectador, Latinamerican Press y Folha de São Paulo. Actualmente trabaja como periodista freelance. Su cuenta de Twitter es: @JennyManriqueC.



Tags: Crime and Security, FARC, Fernando Londoño, Juan Manuel Santos
Like what you've read? Subscribe to AQ for more.
Any opinions expressed in this piece do not necessarily reflect those of Americas Quarterly or its publishers.
Sign up for our free newsletter