El mensaje enviado por los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante su 43ª Asamblea General, realizada la semana pasada en la ciudad de Antigua, Guatemala, fue claro: después de dos años de reflexión y reformas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es necesario pasar a la implementación de las mismas.
Efectivamente, este año la reunión anual de cancilleres de todos los países del continente—menos Cuba—era de especial relevancia en materia de derechos humanos porque “tomaría el pulso” de los Estados en torno a la reforma del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), después de dos intensos años de discusión, debates, propuestas, reformas y una Asamblea General Extraordinaria realizada en marzo pasado con la que formalmente concluyó el proceso de reflexión sobre la CIDH.
Durante esta Asamblea General realizada en Guatemala, se esperaba la discusión y posible aprobación de una resolución que abordaría el tema—aunque no se conocía el contenido de la misma—y, quizás lo más importante, se elegirían tres nuevos miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Los países que presentaron candidatos a la CIDH fueron Colombia y México (para la reelección), Brasil, Ecuador, Estados Unidos y Perú, quienes fueron muy activos en la promoción de los mismos. Llamó la atención la gestión particularmente proactiva del canciller ecuatoriano, quien—de acuerdo con información recogida en la página web de la Cancillería ecuatoriana—durante los últimos meses visitó buena parte de los países de la región para promover la continuación del diálogo sobre la CIDH y la aprobación de (más) reformas a este órgano, y—suponemos—para promover también su candidato a la Comisión. En efecto, Ecuador había invertido considerable tiempo, recursos y personal, y llegó a la Asamblea General dando por segura la elección de su candidato y el apoyo de sus iniciativas. Como se esperaba, fue este país el que presentó una propuesta de resolución sobre el SIDH que fue discutida durante la Asamblea. Pero el resultado de ambas gestiones fue adverso para este país: ni el candidato ecuatoriano a la CIDH fue elegido, ni la propuesta de resolución presentada por Ecuador fue aprobada.
En cuanto a la elección de miembros de la CIDH, después de una primera votación resultaron elegidos los candidatos de México, José de Jesús Orozco (actual Presidente de la CIDH), con 22 votos, y de Estados Unidos, James Cavallaro, con 20 votos. En esta primera ronda hubo un empate, con 18 votos cada uno, entre el candidato de Colombia y actual comisionado, Rodrigo Escobar, y el candidato de Brasil, Paulo Vannuchi. El candidato propuesto por Ecuador, Erick Roberts, obtuvo 17 votos, que resultaron insuficientes para ser elegido. El candidato de Perú, Javier de Belaunde, obtuvo 7 votos y también quedó eliminado. En la segunda vuelta, para el desempate entre Brasil y Colombia, el brasilero resultó elegido con 19 votos, mientras que el colombiano fue eliminado, con 15 votos.
La nueva composición de la CIDH refleja en cierta medida la actual correlación de fuerzas en la región: resultaron elegidos los candidatos de los países “más fuertes”. México y Estados Unidos lograron holgadamente los votos necesarios para que sus candidatos fueran elegidos, mientras que Brasil, a quien muchos considerábamos seguro en esta elección, obtuvo el tercer puesto en una segunda ronda que mantuvo a todos los presentes en suspenso. Aun en segunda ronda, no logró superar los votos de México y Estados Unidos.
Consideramos que la no elección del candidato ecuatoriano fue un revés para este país, si se tiene en cuenta el tiempo y recursos invertidos en promoverlo. La no elección puede ser entendida también como el rechazo de un grupo importante de Estados a la “tenacidad” de Ecuador—como la denominó uno de los embajadores presentes en la Asamblea—para continuar con el debate sobre la reforma de la CIDH.
Sumado a lo anterior, la negativa de los Estados a adoptar la resolución propuesta por Ecuador, relacionada con la reforma de la CIDH, envía un mensaje claro por parte de la mayoría de Estados miembros de la OEA: el proceso de reforma de la Comisión Interamericana iniciado hace dos años ha terminado. Ahora se espera pasar a la etapa de implementación de las reformas adoptadas por la CIDH, en respuesta a las recomendaciones de los Estados, con el acompañamiento y monitoreo de los distintos usuarios del sistema interamericano.